Se representa a la Virgen orante con las manos cruzadas intercediendo por el enfermo. La imagen también expresa compasión. María une su sufrimiento con aquellos que sufren: "Quis infirmatur et ego non infirmor" (atribuido a San Pablo). María no es la última fuente de salud y la redención (salus). Es Dios mismo quien sana todas nuestras debilidades, como se indica en el Salmo 103:3 encabezando la página entera.
La imagen de María es rodeada por los símbolos de la farmacia y las profesiones médicas. La mitad inferior de la ilustración contrasta la enfermedad (una persona enferma en su lecho) y la sanación (posiblemente una alusión a la piscina de Betesda). "Salud de los enfermos", María es un verdadero médico, pero su equipo médico no es el estetoscopio, actúa como una sanadora irradiando santidad (virtud).
Esta ilustración de la segunda de las cuatro advocaciones que ensalzan el papel de María como abogada de la misericordia corporal y espiritual, es de composición intrincada. El camafeo con la madre y el niño está delimitado por cuatro anclas, símbolos de esperanza, seguridad y estabilidad. La imagen central está rodeada por cinco escenas bíblicas. Cada uno de ellos representa, en tamaño miniatura, a una situación de peligro, tentación o culpa y su posterior conversión y/o misericordia:
En el centro de la mitad inferior, vemos la visión de San Pedro de la mesa llena de todos los animales de la tierra y del cielo (hechos 10:11-12). Pedro tendrá que cambiar su opinión sobre lo que es puro y lo inmundo para cumplir con la voluntad de Dios.
En el centro de la mitad inferior, vemos la visión de San Pedro de la mesa llena de todos los animales de la tierra y del cielo (hechos 10:11-12). Pedro tendrá que cambiar su opinión sobre lo que es puro y lo inmundo para cumplir con la voluntad de Dios.
La miniatura a la izquierda de Pedro, retrata a un puerto seguro (Salmo 108:30). Aquellos que se hicieron a la mar experimentaron angustia, pero Dios los trajo al puerto que anhelaban.
A la derecha de la visión de Pedro se muestra una ciudad, una aglomeración de casas, iglesias y castillos. Son un símbolo de refugio para los necesitados, posiblemente reflejando 1 Macabeos 10:13, 14 y la fortaleza de Bet-sur.
La miniatura izquierda superior habla sobre el rescate de Nabal, el malvado rico. Su esposa Abigail implora a David que se abstenga de vengarse. David cede y elogia su dicho: "Bendito sea tu buen juicio... que me ha impedido derramar sangre" (1 Samuel 25:33).
La miniatura izquierda superior habla sobre el rescate de Nabal, el malvado rico. Su esposa Abigail implora a David que se abstenga de vengarse. David cede y elogia su dicho: "Bendito sea tu buen juicio... que me ha impedido derramar sangre" (1 Samuel 25:33).
La quinta miniatura, en la esquina superior derecha, cuenta la historia de Adonías, que en un intento de convertirse en rey se volvió contra David, su padre. Abandonado por sus seguidores, "fue y se asió a los cuernos del altar" en busca de refugio contra la venganza de Salomón. Salomón actuó misericordiosamente y dijo a Adonías: "Vete a tu casa" (1 Reyes 2:49ff).
El lema nos recuerda que Dios ama a todas las personas (Salmo 87:4f.). Es el papel de María traer el amor de Dios al mundo, para ser la intercesora y dar esperanza y ayuda a los pecadores.
María es el amparo, el consuelo y la consoladora de nuestra vida. Este es el significado del título prestado del libro de Tobías (capítulo 10). Su retrato está incluido en el disco de la luna. El contraste entre María que representa la constancia, fidelidad y fe inquebrantable contrapuesta a la situación cambiante de la luna creciente y menguante aumenta la fiabilidad de María como consuelo y consoladora. En la antigüedad, la luna fue guía y protectora de aurigas. Asimismo, el consuelo de María prohíbe la mera indulgencia; Ella da la dirección y señala el camino. Ella conduce al peregrino errante (abajo a la derecha) que ve en ella el consuelo en la aflicción (Salmo 119). En las tormentas de la vida (ver parte inferior izquierda de la nave) María dispensa consuelo a aquellos que permanecen fieles al Señor (Job 6:10). La escena del banquete en la mitad inferior es una ilustración del lema: "Te ruego por mi pueblo" (Ester 7:3). La reina Esther en su lucha contra Amán ruega al rey, durante el segundo banquete, a prescindir de su vida y la de su pueblo. Esther es un conocido símbolo o prefiguración de María. Ambas mujeres son conocidas por su actitud de oración y el poder de intercesión. Por lo tanto, María es consuelo de los afligidos porque ella es madre de y a la vez intercesora ante Cristo.
La representación dulce, mansa y suave de la madre y el Niño contrasta fuertemente con la parafernalia militar que les rodea. Los pendones con la cruz y la media luna, y el armamento son una reminiscencia de la confrontación entre los cristianos y los turcos. La batalla naval destacada evoca la victoria de la Santa Liga bajo el mando de Don Juan de Austria contra los turcos, el 7 de octubre de 1571. La victoria de Lepanto tiene un especial significado mariano, debido a su conexión con el mes de octubre y el Rosario. Monedas conmemorativas llevan la inscripción: "la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor ha hecho prodigios" (Salmo 118:16), y la fecha de la victoria el 7 de octubre fue elegida por Gregorio XIII como la fiesta anual del Rosario. El lema elogia apoyo de Dios y advierte a los enemigos de la fe: "¡ Ay de las Naciones que se levantan contra mi pueblo! El Señor Todopoderoso las castigará"(Judit 16:17). El Papa Pío V agregó oficialmente esta invocación a la letanía de Loreto en 1571.
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