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jueves, 29 de mayo de 2014

Jueves de la Ascensión

¿Y qué clase de solemnidad es la presente? ¡Grande y venerada, carísimos y que sobrepasa todo sentido y entendimiento humano y es digna de la munificencia de Dios que la instituyó. Porque hoy el género humano fue reconciliado con Dios; hoy la perpetua y larguísima guerra y enemistad quedó borrada y suprimida; hoy nos volvió una paz admirable y nunca jamás esperada. Porque ¿quién podía esperar que Dios se reconciliara con el hombre? Y esto no porque Dios sea inhumano, sino porque el siervo es tardo y perezoso: ¡No porque el Señor sea cruel y duro, sino porque el siervo es contumaz e ingrato!
...
Pero volvamos a lo que yo decía. De tan mala manera se portaba nuestro linaje anteriormente que estuvo en peligro de desaparecer de la tierra. Pues bien: nosotros, los que parecíamos indignos de vivir en la tierra, en este día hemos sido levantados al cielo. Los que no éramos dignos ni siquiera de mandar sobre la tierra, subimos al reino celeste allá arriba, entramos en el cielo y hemos obtenido un trono real y señorial. Y la naturaleza por culpa de la cual un querubín quedó guardando el paraíso, esa ahora se asienta sobre todos los querubines.
Mas ¿de qué manera admirable y excelsa sucedió esto? ¿De qué manera nosotros, que habíamos ofendido a una tan grande clemencia, y parecíamos indignos de vivir en la tierra, y habíamos caído de todo principado y honor aun terreno, hemos sido llevados a una tan excelsa altura? ¿Cómo se terminó esta guerra? ¿Cómo se aplacó esta ira? ¿Cómo? ¡Pues esto es lo admirable ! ¡que la paz se hizo provocándonos e invitándonos Dios, quien con todo derecho estaba irritado contra nosotros, a nosotros y no nosotros a El; nosotros los que con absoluta injusticia nos irritábamos contra El. ¡Somos embajadores de Cristo!, dice el apóstol, como si Dios exhortara por nuestro medio!
¿Qué es esto? El fue el ofendido con la injuria ¿y es El quien invita a la paz? ¡Así es la verdad! ¡como que El es Dios y por esto, como Padre benigno nos exhorta y anima! Pero observa cómo está este negocio: el Hijo es el mediador del que exhorta e invita, ¡y no es puro hombre, ni ángel, ni arcángel ni alguno de los servidores de Dios! Y ¿qué hace el Mediador? ¡Hace obra de Mediador! Porque así como cuando dos andan enemistados y no quieren ser reducidos a paz y mutua concordia, viniendo un tercero e interponiéndose, pone fin a las enemistades de ambos, así hizo Cristo. Airado estaba Dios con nosotros y nosotros estábamos apartados de El. Entonces Cristo, interponiéndose, reconcilió a ambas naturalezas.
 
San Juan Crisóstomo
Homilía sobre la Ascensión (fragmento)

martes, 29 de octubre de 2013

NO al halloween

Como con todo lo que es santo, el enemigo trata de robárnoslo y hacerlo suyo únicamente para la perdición de las almas, dado al odio y envidia que nos tiene. El llamado "Halloween" tomó su nombre del sajón "All Hallow´s Eve" o "All Hallow Even", que quiere decir Vísperas de Todos los Santos. Ve pues, o sea que una fiesta católica fue usurpada por el demonio y sus secuaces terrenales para deformar el nombre y por supuesto el culto y convertirla en el principal día para cometer abominaciones, blasfemias, sacrilegios, etc. Yo digo NO AL HALLOWEEN, y expongo unas pocas razones (hay muchas más):
  
SIETE RAZONES PARA NO CELEBRAR EL HALLOWEEN:
1. NO es una actividad cristiana.
Ninguna iglesia de denominación cristiana celebra esta fecha. Los católicos, no celebramos y nunca celebraremos una noche dedicada a la exaltación de la brujería en ninguna de sus formas.
 
2. Va contra las enseñanzas de Jesús. Jesús está en contra de la brujería en todas sus formas: espiritismo, hechicería, adivinación, lectura de cartas, horóscopos, astrología y tantas máscaras con que se encubre la maldad. Estas han sido declaradas enemigas de la Palabra de Dios desde tiempos muy remotos y van contra todas las enseñanzas de nuestro Señor, quien dice claramente que "el que no está conmigo está contra mí". Hay innumerables referencias bíblicas donde se condena el uso de toda estas clases de mal.
 
3. Ocurren horribles sacrilegios contra la Eucaristía.
 
4. Sirve para rendir culto a satanás. Aunque en apariencia es una actividad recreativa y muy llamativa, sobre todo para los niños, su verdadero significado sigue oculto a nuestros ojos. En muchos países, incluyendo el nuestro, los grupos satánicos usan esa noche para un "culto" especial dedicado a satanás y en muchos países alrededor del mundo, se hacen sacrificios humanos, sobre todo de niños que han sido secuestrados de sus hogares y que son ofrecidos como víctimas inocentes en una noche de lujuria, drogas, alcohol y toda clase de desenfrenos, en las llamadas "misas negras".
 
5. Se opone al primer mandamiento. Este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con su Padre Celestial y mucho menos con el Santo Espíritu del Dios Altísimo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser.
 
6. Participar es olvidarse de Dios. Participar quiere decir "ser parte de": si usted participa está siendo parte de esta tremenda responsabilidad espiritual: No sólo se está alejando u olvidando de la adoración al Dios Eterno e Inmortal, sino que está siendo parte de una actividad que glorifica a las brujas y a su padre satanás.
 
7. Contamina y esclaviza a nuestros niños. No hay magia blanca y magia negra, no hay brujas buenas y brujas malas. Toda la actividad demoníaca se disfraza y se oculta para ganar adeptos y así muchas veces "vestimos" a nuestros niñitos como "brujitas" y "diablitos". Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí y NO SE LO IMPIDÁIS, porque de los tales es el Reino de los Cielos". ¿Llevaría usted a sus niños disfrazados ante Jesús y los podría presentar libremente y con su conciencia tranquila? Jesús necesita a sus niños libres de toda clase de máscaras y limpios de toda contaminación.
 

¿CUÁL ES SU PROPÓSITO ACTUAL?
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A. La fecha del 31 de octubre, es una fiesta pagana, durante la cual se practicaba mucho más que la adivinación.
 
B. Las máscaras y los disfraces son usados para ocultar la verdadera identidad de los niños, quienes son obligados a salir y copiar los actos de trampería y de hostigamiento, previamente atribuidas a hadas, brujas y duendes.
 
C. El simple trato es una exigencia de contribución de alimentos, lo cual está claramente relacionado con las exigencias de los druidas.
 
D. Los "posters" comprados o dibujados por los niños con brujas sobre escobas pasando al frente de la luna muestran a estos seres en camino a un culto especial de Satanás.
 
E. Las calabazas talladas con el rostro de una persona están relacionadas con las máscaras de muerte utilizadas por los druidas durante el Samhain. La luz que se coloca para iluminar por dentro era para iluminar el camino, para disuadir a los espíritus que vinieran a asustar a los cansados caminantes.
 
F. Todo el concepto detrás del día de las brujas está relacionado con las tinieblas, la muerte, el temor, el engaño, los ritos paganos y el satanismo. "El ladrón no vino sino para hurtar, matar y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que tengan en abundancia". Juan 10:10. 

 
 Cada año se incrementa más el satanismo dentro de esta celebración. En Inglaterra se realizan sacrificios honrando al dios de la muerte, eligen la reina de las brujas en la iglesia de la magia negra. La elegida obtiene fama, fortuna y poderes psíquicos para hacer maldades. En este país el número de creyentes es casi igual al numero de brujos. 
 
 El 50% de los desaparecidos en los EE.UU. se conectan con el satanismo. Actualmente la celebración de Halloween es el último de los rituales, que se realizan por 6 semanas consecutivas. En la primera de éstas, se juntan brujos cantando "666", hasta que cada participante puede ver la cara misma de Satanás. En la segunda semana, ellos sacrifican un animal pequeño posiblemente un pájaro o un gato. En la tercera semana un animal grande, algo así como un perro o un cordero es ofrecido en sacrificio. En la cuarta semana debe sacrificarse un cabrío con los cuernos más grandes que ellos puedan encontrar. Después de sacrificarlo, la cabeza deben ponerla en alto, como símbolo de la perfección de Satanás. La quinta semana, ellos sacrificarán a un niño pequeño o un adolescente. La víctima es regularmente ofrecida por una mujer del grupo, porque de esta manera la muerte de su hijo no será publicada. Si el niño que ha sido ofrecido no nace a tiempo, lo nacen por cesárea. Si no hubiera niños dentro del grupo roban uno o lo compran en el mercado negro. La policía misma reporta un incremento de los niños desaparecidos en esas fechas.
 
Este ritual es una blasfemia porque al infante lo ofrecen como el niño Jesús; después de la muerte del niño los satanistas estarán comiendo pedazos de su corazón y bebiendo un poco de su sangre. La noche del Halloween es la sexta semana de estas fiestas, en la cual se acostumbra el sacrificio a una persona adulta, especialmente a la madre del niño sacrificado la semana anterior. Terminando el ritual de esa noche los miembros acostumbran permanecer en los cementerios hasta la mañana siguiente y se llegan a confundir con las personas que están en los cementerios en la mañana del primero de noviembre.
 
Habría que contar las profanaciones que ocurren en estos días, robos sacrílegos de la Eucaristía y ornamentos Sagrados.
 
Todas estas prácticas se encuentran hasta el día de hoy en vigencia. "Someteos, pues a Dios; resistid al diablo y el huirá de vosotros" Santiago 4:7.

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Es hora de que empecemos a decir la VERDAD y aunque muchos no les guste y se escandalicen Satanás es real existe ...como también su lugar en la derrota el Infierno...Y ese día es como un apertura de las puertas del averno por medio de conjuros y porquerías de ocultistas...solo tenemos que rezar unidos con el corazón...
 
No olvidemos: rezar el rosario, adorar al Santísimo, confesarse, ir a Misa y comulgar, rezar las 1as vísperas de la Solemnidad de Todos los Santos, hacer limosna en sufragio de las benditas ánimas, ayuno y mortificación y pedir la conversión de TODOS los que creen o participan en el Halloween.
 
fuente: catolicidad.com 

lunes, 14 de octubre de 2013

Teresa de Jesús

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

jueves, 3 de octubre de 2013

El Santo Rosario

 
¡El Rosario! ¿Hay cosa más vulgar? ¿Qué se puede decir sobre  él que no se le haya ocurrido ya a todo el mundo? Y sin embargo, puede que sean pocos los que hayan parado a examinar detenidamente el qué  y el cómo y el por qué de esa devoción que rezan todos los días, y de esa cadenilla con  granos engarzados de diez en diez que traen en el bolsillo. ¿Acaso no es frecuente que lo que más familiarmente usamos y tratamos es lo que menos a fondo hemos cuidado de estudiar?
Mil veces se ha hecho observar que el Santo Rosario es una fórmula de oración en que  están como entretejidos el rezo y la meditación: el rezo por medio de los Padrenuestros, Avemarías y Glorias, que se repiten por decenas: la meditación por medio del paso o misterio que se propone en cada decena a la consideración del cristiano.
Esto solo recomienda ya de buenas a primeras esta devoción, porque, ¿qué cosa hay más excelente que la meditación, principalmente de la vida de Cristo y de su Madre Santísima?, ¿y qué rezo hay más precioso que el de las oraciones dichas, en cuyas breves frases, todas de excelso origen, se encierra el meollo y sustancia de cuanto puedan decir los libros más elocuentes?
Más hay aún otra consideración, y es la siguiente:
¿Qué rezaría la gran masa del pueblo fiel si no tuviese tan a mano esa tan familiar devoción del Santo Rosario? Una devoción para la clase general del pueblo debe ser sencilla, breve, llana de entender y fácil de practicar, adaptada a grandes y a pequeños, que ni a aquéllos parezca vulgar, ni a estos incomprensible. Estoy discurriendo qué fórmulas de oraciones se podrían inventar que a una satisficiesen tantas necesidades, y no me ocurre que se pueda inventar otra que la que está ya inventada. El Santo Rosario.
Porque vamos al caso. Decirle a la generalidad de los fieles: “medita y contempla”, es cosa muy vaga y que pocos querrán practicar. Largos ratos de silenciosa oración mental son poco a propósito para la mayoría de las gentes, que suelen vivir atareadas y distraídas entre los mil ruidos y desazones del mundo. Y, no obstante, es cierto que no puede haber perfecto cristiano sin su poca o mucha meditación. El Santo Rosario allana esta dificultad, dando como desmenuzada  y hecha partijas de fácil masticación la materia de las más elevadas contemplaciones. A sorbos, como quien dice, le va dando al espíritu este celestial alimento. Envuelta en la fácil comida de la oración vocal le da sin advertirlo la otra más sutil de la oración mental y consideración, para que la traguen así, casi sin pensarlo, hasta los más desganados. Querer persuadirles a ciertas personas que dediquen veinte minutos a la contemplación de una verdad cualquiera, será pretender lo imposible. Dársela en cinco o quince tomas con el intermedio y afectuoso acompañamiento de unas breves oraciones vocales, es cosa ya más hacedera y con la cual se puede llegar a conseguir igual resultado. En efecto. El que ha rezado bien una parte del Santo Rosario, es decir con la debida reflexión sobre cada misterio, puede decir con toda seguridad que ha hecho un buen rato de oración mental y de piadosa contemplación.
Pues, por lo que toca a la misma oración vocal, ¿hay medio por ventura de hacerla más fácil más sabrosa? ¿Qué le diréis al pueblo? ¿Lee? No, porque, o no sabe leer, o aunque sepa se podrá decir a muchos aquello que al tesorero de la reina de Etiopía decía un apóstol: “¿Entiendes lo que lees?” Que es lo que exactamente nos ocurre muchas veces cuando vemos a ciertas pobres gentes en la iglesia deletreando penosamente su lujoso devocionario, máxime cuando está escrito en lengua para ellas forastera. Pues bien. He aquí un devocionario que todo el mundo puede usar aunque no haya ido a la escuela ; que los más pobres pueden comprar, porque no cuesta un real; que los más cortos pueden entender, porque consta de palabras tan llanas como las que cualquier madre hace entender a su hijo chiquito ; devocionario que no cansa la vista del anciano; ni necesita luz del día o artificial para ser leído; que pueden cómodamente practicar el enfermo en su cama, el viajante en su vagón, el soldado en su hora de retén o de centinela, el labrador en su campo, el obrero en su taller, o la muchacha haciendo su cocina o su costura. Discurrid lo que queráis, dadle vueltas a vuestro más agudo ingenio; no hallaréis práctica más práctica que ésta ni que más se avenga a todas las clases, a todos los tiempos y a todas las situaciones de la vida.
Pero el ser llana y sencilla para los más, ¿no la hará despreciable para los entendimientos y corazones privilegiados? No, porque en medio de su sencillez, que comprenden hasta los más pequeños, tiene abismos insondables de sabiduría que no acabarán nunca de agotar las más elevadas inteligencias. Una sola, palabra de una sola de las peticiones de un solo Padrenuestro puede ser suficiente materia de meditación por largas horas al más grande de los filósofos; cada misterio de la vida del Salvador y de su Madre tiene tantos y tan variados aspectos, y da lugar a tantas y tan sutiles consideraciones, que no acabará con ellos el genio más encumbrado, si no que las irá encontrando cada día más nuevas y sorprendentes, cuando más las analice y desmenuce. Ahonde, pues, aquí el más vigoroso talento, y siga sin cesar abandonando, que como firme y humildemente trabaje, hallará, en cada pozo de estos, venas sin fin de agua viva, y no les tocará jamás el fondo a tales océanos de verdad.
¿Y podemos asimismo sostener que sea el Rosario devoción sabrosísima? ¡A cuántos no parece sino muy fastidiosa por sus monótonas repeticiones!
Pues claro está que se lo ha de parecer a quien no se entretenga en saborear de ella más que la corteza, sin llagar a hincarle el diente por medio de una viva atención. La fruta más azucarada parecerá sosa a quien de este modo la aplique a su necio paladar. Romped la cáscara; saboread la sustancia interior; exprimidle el jugo; ya que encontraréis allí lo que es bueno. Hablemos ya sin figuras. ¿Qué no os deleita el rezo del Rosario? Cierto es, ¡como que no lo rezan sino maquinalmente vuestros labios y no lo acompaña el corazón! Pasan por ellos sus amorosas frases sin hacer más que ligeramente rozar su superficie , y en confuso y precipitado tropel salen como desbordados, misterios, padrenuestros, avemarías y gloria patri: vuestra boca más que pronunciarlos los sacude y arroja de sí como el enfermo la ingrata medicina , a la que sólo procura despachar con la mayor brevedad posible. Decid, ¿es así como paladeáis los manjares en que deseáis recrear vuestra glotonería? ¿Es así como le buscáis a vuestras golosinas el apetecido dulzor? No, sino que lentamente las mascáis, las entretenéis, las disolvéis en vuestra saliva, y así les encontráis todo su deleite. Seguid análogo procedimiento espiritual para las cosas del espíritu, y me lo diréis después. Así goza cada vez más el alma la belleza de un cuadro mirándolo y remirándolo; así el hechizo de un poema leyéndolo  y releyéndolo; así la imagina de un trozo de música escuchándolo y volviéndolo a escuchar.
¡La repetición! Poco muestra conocer al hombre quien le haga cargos al santo Rosario porque consista todo él en fórmulas repetidas. El lenguaje de todo apasionado sentimiento no sabe expresarse sino por medio de la repetición: los que de veras se quieren, jamás se contentaron con decírselo una sola vez. La repetición es el único recurso que le queda al alma humana, para acomodar a aquélla cierta infinidad suya y de que participan sus sentimientos, la pobreza relativa de sus recursos para desahogarlos. La doblada y redoblada y cien doblada expresión de una misma protesta de afecto es lo único que nos consuela en cierta manera de la cortedad de nuestras frases para expresarlo como deseáramos y no podemos.
¿Se hallaría acaso dificultad en la contemplación de los misterios? Pero, ¿qué? ¿No es cierto que son los más conocidos y tratados de todo el mundo cristiano, explicados en todos los tonos, representados en todas las formas del arte, familiares al pueblo como la más casera de sus escenas domésticas? ¿A quién le ha de costar esfuerzo alguno, chico o grande, colocarse con la imaginación por un momento, por ejemplo, en medio del hermoso grupo del portal de Belén, o en el lastimero del huerto de Getsemaní o del Calvario , en el olorosísimo de la Resurrección o Ascensión a los cielos? ¿A quién ha de ser difícil figurarse en su presencia las personas que lo componen, como las ha visto mil veces en cuadros, altares o estampas, y penetrarse de sus sentimientos y recoger sus lecciones y rezar luego como antes ellas, la respectiva decena?
Rezad el Rosario, amigos míos, y rezadlo siempre y cada día. Volved a la santa costumbre de rezarlo en familia, los que por descuido o por pereza o por vergüenza, ¡que haya, mal pecado, vergüenza hasta en eso! , la hayáis dejado perder en vuestro hogar. Pero rezadlo bien. Para rezarlo como se debe os daré una breve receta de dos solas palabras: atención o intención.
Atención, significa que se atienda en él a lo que se hace y a lo que se dice; que no se interrumpa con inútiles paradas; que no se mezcle con palabras impertinentes; que se diga con los labios y con el corazón, acompañado la modestia de los ojos y el recogimiento de toda la persona. Que se mire esta devoción como un rato de audiencia que nos concede Dios, o de grata conversación que ofrecemos a la sagrada Familia.
Intención. No hagáis obra alguna de estas sin ponerle antes una intención fija que le sirva de blanco. No hacerlo así es disparar al aire. La fija intención es la que más favorece la atención. Antes de empezar a rezar preguntaos un momento: ¿Para qué voy a rezar?, ¿A quién dirijo mi rezo?, ¿Qué pretendo alcanzar con él? Y procurad responder a eso, no solamente con intenciones vagas y generales de hacer bien, dar gloria a Dios, etc., sino con la de lograr algo más determinado y concreto, un favor para vos o la familia, la conversión de un pecador tal o cual, el consuelo o buena muerte de un enfermo, el sufragio por un alma, el éxito de un negocio o  empresa, etc. O bien, el remedio de alguna de las graves necesidades de la Iglesia, como la exaltación del Papa, la confusión de las sectas, la propagación de la fe, el buen espíritu del clero, la reforma de las leyes, etc. ¡Cuidado si hubo cosas que pedir en todos tiempos y si las hay en este siglo muy en particular! Y poneos delante cada día una de estas intenciones, y tomadla por blanco antes de disparar vuestra arma, y repetidla interiormente a cada Gloria Patri, a fin de que no se os desvíe la puntería. Y acordaos con fe de aquel llamad  y se os abrirá del Evangelio, y creed y confiad que con cada Padrenuestro  y avemaría le dais una recia aldabada al Corazón del mismo Dios, que ha prometido no hacerse el sordo a quien así le fuere a llamar con santa importunidad.
Rezad, vuelvo a insistir, rezad el Santo Rosario, y rezadlo siempre y rezadlo bien. Rezadlo, si andáis afligidos, para consolarlos; si tentados, para resistir; si desalentados, para cobrar bríos; si con fortuna próspera, para equilibraros en la debida moderación y templanza. Colgad junto a vuestro lecho esta insignia de piedad, para que se vea que allí se ha echado a reposar un cristiano bajo los pliegues de su bandera: izadla en el lugar más visible del doméstico hogar, allí donde en hermoso grupo se reúne cada noche la familia, a fin de que sea como una señal para todo el mundo de que en aquella casa reina y es servido Cristo Dios. ¡Qué os acompañe siempre en vida y los oigáis murmurar por vuestros amigos a vuestro oído en la hora de la muerte, y os sea recomendación y eficacísimo empeño en el divino tribunal!
¡Qué lo sea para mí, pobre pecador, si con estas breves reflexiones he logrado que haya en adelante uno más que rece devotamente el santo Rosario!
El Rosario en familia.
Ninguna ocasión como la presente para hacerte, oh lector. Algunas observaciones sobre una costumbre cristiana y española que quisiera yo nunca dejases perder en el seno de tu hogar doméstico: hablo del Rosario en la familia.
La familia está sufriendo no menos que la sociedad el embate de la irreligión y de lo que se llaman ideas nuevas, que en realidad son ideas muy viejas, pues son del paganismo. Y por efecto de esta fatal influencia muchas familias cristianas abandonan las prácticas religiosas a pretexto de que son antiguas, alegando que se ha de vivir con el siglo, y que hay que dejarse de preocupaciones. Déjate de cuentos y de tonterías, amigo mío; Dios siempre será de moda y a Dios no le harán saltar de su trono todas nuestras locuras. Dios es de todos los siglos, o mejor, todos los siglos son de Dios. Y el servir a Dios, y el temerle, nunca será una preocupación, por más que haya cuatro decenas de infelices, no sé si más necios que malvados, que así aparenten creerlo.
¿No es, pues, gran lástima que hombres que se llaman católicos den al olvido o hayan desterrado de sus prácticas cotidianas esta santa práctica del Rosario en familia?, ¿No causa tristeza que hombres de orden, de autoridad y de respeto, severos en todo, formales, conservadores, consideren como cosa del otro siglo, y propia únicamente de mujeres, esta devoción? ¿Cómo si el hombre más barbudo y empingorotado no tuviera el alma tan hija de Dios como la mujer! ¡Como si para ambos no hubiese la misma muerte, el mismo juicio y el mismo infierno!
Querido lector, quien quiera que seas, ¿No es verdad que no vamos bien, sino mal, muy mal? El nombre de Dios apenas se permite que reine en las costumbres públicas; ¿Permitirás que la impiedad lo arroje también del seno de tu familia? En muchas no se oye jamás este nombre adorable: en cambio se oyen palabras que los labios honrados no pueden pronunciar; chistes que los oídos castos no pueden oír; conversaciones de las cuales huye como espantada la virtud, porque destrozan sin piedad la fama del prójimo y la modestia cristiana. Y ¿Por qué esto? Porque a la Religión divina se la va arrinconado, como lámpara solitaria en el templo: se le ha arrojado de las leyes en tantos pueblos, no se la tolera en las plazas de tantas vecindades, y tal vez tú empiezas a arrojarla también, como huésped incómodo, de la familia. No obstante, en medio de los hombres es donde debe vivir, y no solamente en la oscuridad del santuario; en medio de vosotros, hombres de mundo; en vuestras casas, en vuestras fábricas, en vuestros festines, en vuestras diversiones, en todas partes a donde lleváis vuestra alma, allá habéis de llevar a Dios como Juez, y a la Religión como compañera. Y en todas partes ha de dirigir vuestras acciones, refrenar vuestros deseos, amansar vuestras iras, enjugar vuestras lágrimas.
Ahora bien; si esta Religión divina ha de reinar entre vosotros en vuestra familia, de ningún modo mejor que con el santo Rosario que comprende, como visteis, los tres actos principales de la Religión, la meditación, la súplica y la alabanza. Y el jefe de la familia debe presidir el Rosario como el negocio más importante del día; y los criados y los hijos deben aprender de él a venerarlo como la porción más respetable de la herencia paterna. Y el Rosario, cuyo dulce y acompasado murmurio subirá desde vuestro hogar hasta el trono de María, volverá a caer desde él sobre vuestra casa convertido en rocío bienhechor de bendiciones y consuelos.
¿No es verdad que necesitáis de Dios, lectores míos? ¿No es verdad que necesitáis de Dios para el éxito de vuestros negocios, para la cosecha de vuestros campos, para el porvenir de nuestros hijos, para la salud de vuestros cuerpos y para la tranquilidad de nuestras almas? Oídme, pues, y concluyo. De las veinticuatro horas del día entre vuestros negocios, entre vuestros placeras y entre vuestro descanso, ¿Tan duro se os hace conceder un cuarto de hora a vuestro Dios? ¿Es que tal vez se os pide demasiado? No sé si os contentaríais con que os diese tan poco el último de vuestros servidores. Creo que sois algo más exigentes.
¿No es verdad, querido lector? A ver, pues, cómo restableces en tu familia, con gran consuelo de tu mujer, la cristiana costumbre del Rosario, que habías tal vez olvidado. 
 Feliz Sarda y Salvany, Pbro,  Ano Sacro , Barcelona, 1954 tomo II
 
fuente: fsspx.org.mx

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¿Tienes tentaciones?

tentaciones
Tentaciones las tenemos todos y a cada paso. A veces las vemos venir, otras nos sorprenden como el ladrón. A veces son declaradas, otras como lobos con piel de oveja. A veces las vencemos, otras nos atrapan y nos hacen daño, tanto daño. Por eso Jesucristo nos enseñó a pedir: "No nos dejes caer en tentación".

Cuestión de vida o muerte
Las tendencias desordenadas que llevamos dentro son agresivas y "son muerte; mas las del espíritu, vida y paz" (Rom 8,6) Nos pasamos toda la vida en guerra, guerra entre las tendencias del espíritu y las de la carne. "La vida del hombre sobre la tierra es una milicia" (Job 7,1)
Nos sirve para la ocasión la historia del viejo Cherokee en diálogo con su nieto: Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas. Él dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros. Uno es malvado: es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego. El otro es bueno: es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe." El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo: "¿Qué lobo gana?" El viejo Cherokee respondió: "Aquél al que tú alimentas."
¿Por qué permite Dios las tentaciones?
- La tentación nos ayuda a recordar que somos débiles y vulnerables, que tenemos una naturaleza caída que exige vigilancia, una flaqueza que necesita del auxilio de la fuerza de Dios. Nos recuerda que de todo ello hemos de ser salvados y nos llena de gratitud y amor hacia Jesús nuestro Redentor.
- El sufrimiento que trae la tentación es un modo de reparar por nuestros pecados.
- La circunstancia de la tentación nos da la oportunidad para confirmarle a Dios nuestra opción por Él.
- La situación de ser tentados nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a crecer en la virtud: "Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza." (Eclesiástico 34,10) "El horno prueba las vasijas de alfarero, la prueba del hombre está en su razonamiento." (Eclesiástico, 27,5) Dios, por misericordia, quiere probarnos para instruirnos, dice San Agustín. Estos momentos son útiles como prueba de nuestras fuerzas espirituales. Abraham fue puesto a prueba, también Israel en el desierto. Cuando combatimos en la tentación y ponemos nuestra fuerza en Jesús y no en nuestras falsas seguridades, nos hacemos más fuertes y conquistamos la corona que Dios prometió a los que lo aman. El cristiano es un luchador, cuando deja de luchar se aleja de Dios. La militancia es indispensable para conquistar la cumbre del ideal cristiano. La tentación nos coloca en la verdad de nosotros mismos, y nos permite elevar los ojos a Dios misericordioso, poniendo toda nuestra confianza en Él, el Dios que no defrauda.
No debemos exponernos a la tentación, pero tampoco debemos huir de la batalla.
En la batalla debemos resistir con toda firmeza. San Cirilo de Jerusalén compara la tentación a un torrente difícil de atravesar. Algunos no dejan que la tentación les trague y atraviesan el río; son nadadores valientes y fuertes que no se dejan arrastrar por la corriente. Otros entran al río y se ven arrastrados. Una cosa es quemarse, otra chamuscarse.
oracion de jesúsEn el Camino de Perfección, Santa Teresa explica que cuando un alma llega a la perfección no pide más al Señor que le libre de las tentaciones, de las persecuciones y las batallas. Más aún, desea el sufrimiento y lo pide al Señor, como el soldado que busca las grandes batallas porque sabe que el botín será generoso. Estas personas no temen a los enemigos declarados, se enfrentarán a ellos y saldrán victoriosas con la fuerza de Dios. El enemigo al que temen y del que piden al Señor que les proteja es al que se camufla, el demonio que se presenta con cara de ángel luminoso y que no se declara sino hasta después de haber vencido. Estos enemigos te hacen caer en tentación sin que te des cuenta. Te seducen, te engañan, te atrapan y dañan gravemente tu alma.
Santa Teresa recomienda que en la tentación, dediquemos más tiempo a la oración y supliquemos la ayuda del Señor con humildad, pidiéndole que nos permita sacar bien del mal. Cuando el Señor ve nuestro deseo de servirlo y darle gusto, será fiel y vendrá en nuestro auxilio. El demonio, que es muy astuto, nos hace creer que tenemos la virtud necesaria para afrontar las tentaciones. Es necesaria la humildad para reconocer nuestras debilidades y pedir ayuda al Señor a base de oración y vigilancia.


La postura de fondo debe ser una voluntad firmemente determinada a no ofender a Dios y siempre buscar agradarlo. En la tentación, aceptar que somos pobres y vulnerables; nunca la presunción de sentirse fuerte y virtuoso, porque por allí se mete el demonio. "Velad y orad, para no caer en tentación: el espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mt 26,41)
¿Qué pedimos a Dios en el Padre Nuestro?
Lo que pedimos a Dios no es que no seamos tentados, sino que que no seamos tentados por encima de nuestras fuerzas. "Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito". (1 Cor 10,13)
Cuando se te presenta la tentación, depende de ti cómo la manejas en tu interior. No ves al demonio, pero sientes tus pasiones y tienes que combatir para salir victorioso. Necesitamos la gracia de Dios para salir triunfantes, por eso le decimos: no nos dejes caer en tentación. Es decirle: ayúdame, sólo no puedo. Por eso, junto con la oración y la vigilancia, nos fortalecemos cuando intensificamos nuestra vida sacramental. Es Dios, todo vida y salud del alma, quien nos concede las fuerzas que necesitamos. La confesión y la comunión frecuentes fortalecen nuestro organismo espiritual, algo así como las vitaminas cuando estamos débiles y tememos agarrar un buen resfriado o algo peor.
Con esta petición suplicamos a Dios que el enemigo no pueda nada contra nosotros si Él no lo permite. Como dijo Cristo a Pilato: "No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de lo alto" (Jn 19,11)
Padre Nuestro, ¡no nos dejes caer en tentación!
 
fuente: P. Evaristo Sada, L.C.; publicado originalmente en:  http://www.la-oracion.com

miércoles, 28 de agosto de 2013

El mayor acto de caridad

 
La máxima del Cura de Ars "el mayor acto de caridad, hacia el prójimo, es salvar su alma del infierno" tiene un valor universal, hacia cualquiera que sea nuestro prójimo y como tal debemos siempre practicarla y tenerla muy presente; pero adquiere una singular significación e importancia con nuestros hijos, que hemos recibido de Dios para poblar la Casa del Padre y no para hacerlos reos de la condenación eterna.
 
El primer acto de amor sobrenatural que debes a tus hijos es bautizarlos cuanto antes, para que se conviertan en hijos de Dios y miembros de su Iglesia. 
Edúcalos en el amor a Dios, instrúyelos constantemente -no sólo para la primera comunión- en la fe y la moral católica, guíalos para que practiquen frecuentemente los sacramentos (confesión y comunión), cuida lo que ven (cine, t.v., internet, revistas, libros, etc.) y supervisa que tengan buenas amistades. Acostúmbralos a orar diariamente (al despertar, en las comidas, el rosario y al dormir), enséñales a hacer un examen diario de conciencia y su respectivo acto de contricción perfecta. Indúcelos a practicar deportes y aficiones positivas, educa sus buenos sentimientos, ámalos mucho, pero no los consientas ni los sobreprotejas. Obsérvalos y atiende sus problemas y necesidades pero sé objetivo(a) para conocer y analizar sus defectos. Siembra virtudes en sus corazones (combate particularmente el egoísmo, el orgullo, la lujuria y la deshonestidad). Fórmalos en la virtud del pudor en sus costumbres, vestimenta y diversiones. Recuerda que la educación no consiste en que sólo cumplan reglas y disposiciones cuando son vistos sino, fundamentalmente, que adquieran convicciones para toda su vida, para ello es indispensable predicar con el ejemplo y orar constantemente por ellos. El máximo acto de amor es que los lleves y dirijas hacia el cielo. La educación y formación integral de los hijos requieren un complejo programa que no puede estar siendo improvisado diariamente. ¡Cuántos padres inconscientes pierden de vista todo esto para sólo avocarse a las necesidades físicas y materiales de su prole, descuidando su alma y poniendo en gravísimo peligro su salvación!
Recuerda que la mayor caridad es salvar almas del infierno y llevarlas a Dios. ¡Practiquemos este verdadero amor con todos, pero primero que nada con nuestros propios hijos!
 
fuente: catolicidad.com