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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica 7

3.4 Credibilidad y vida de fe
La fe en Jesucristo, en Dios revelador, depende de motivos. Son motivos todos aquellos que de hecho encaminan a los hombres hacia la fe y actúan también como fundamentos de la fe que se tiene. Sin embargo, para llegar de hecho a la fe es necesario que los motivos que conducen a la entrega confiada a Dios dejen el lugar un único motivo, que es Dios mismo y su autoridad, en cuanto garante exclusivo de su propia manifestación a los hombres. Estamos ante la fe teologal en la que todo está fundado si es Dios quien habla; y al revés: si no es Dios quien habla, nada de esa fe está fundado. En consecuencia, la fe es auténtica cuando el motivo objetivo y subjetivo por el que se cree -distinto de los motivos por los que se camina hacia la fe- es la autoridad de Dios que revela.
Lo dicho no quita que, junto al motivo de la fe, sigan dándose existencialmente motivos. Estos motivos (por ejemplo, un ambiente social favorable a la práctica religiosa, el ejemplo de personas singulares, la percepción del sentido que la fe da a la vida, etc.) resuenan en el sujeto, mientras que el motivo formal es más difícil de percibir existencialmente. A su vez, las situaciones contrarias a esos motivos pueden actuar como obstáculos. Pero en todo caso -insistimos- sólo el motivo que es Dios mismo puede "soportar" el acto de fe como entrega incondicional. Esto es lo que tradicionalmente se ha llamado objeto formal de la fe.
Esta benevolencia de Dios no es objeto de comprobación, escapa siempre a los métodos racionales y científicos; por eso la certeza de la fe, que se apoya en la bondad y fidelidad de Dios, es un tipo único de certeza que sólo se alcanza como resultado de un salto: el salto de la fe.
El salto de la fe no es una pura decisión, no separa a la fe del conocimiento porque el hombre debe poder justificar ante su propia razón su decisión irrevocable de creer. Pero al final es necesario que el hombre se decida a apoyarse en Dios. De esta forma la certeza de la fe va acompañada de un sacrificio de la inteligencia, que debe renunciar a su propia luz para aceptar un fundamento distinto. Este salto es posible si:
1) la razón consiente sin ser forzada a ello, sino movida solamente por el amor más libre y personal posible;
2) que el "Otro"      al que se somete sea quien es: el Creador, totalmente trascendente y al mismo tiempo más íntimo a mí que yo mismo.
 
 3.5 Fe e Iglesia
La fe es un acto personal, pero no es un acto aislado. Por eso la presentación de la fe como acto personal necesita ser completada con la dimensión eclesial del creer. Creer es un acto eclesial: es la persona la que cree, y es al mismo tiempo la Iglesia la que cree. Para que el acto de fe sea personal y eclesial al mismo tiempo es preciso que se dé una cierta identificación del sujeto creyente con la Iglesia. Esta identificación se puede encontrar en dos momentos: 1) el creyente está en la Iglesia y de ella recibe el contenido y el modo de creer; 2) la Iglesia es la comunidad de los creyentes (communio fidelium).
1) El creyente en la Iglesia: El hombre no encuentra por sí mismo la revelación de Dios, sino que la recibe en el seno de la comunidad creyente que es la Iglesia, y en la Iglesia es donde confiesa su fe en esa revelación. Si la revelación se recibe en la Iglesia, la eclesialidad es una nota intrínseca a la fe del creyente individual. Así como Cristo es el mediador de la revelación divina, siendo Él mismo esa revelación, así también el acceso a la fe tiene lugar a través de la Iglesia que es la Esposa de Cristo, con quien comparte todo su ser-Iglesia.
 La consecuencia de la necesaria mediación de la Iglesia es que la misma Iglesia interviene directamente en la forma cognoscitiva del sujeto como condición sine qua non del conocimiento personal: el auditus fidei tiene lugar in Ecclesia et per Ecclesiam.
2) La Iglesia : La Iglesia no es una pura realidad mística sino realización histórica y expresión de la communio de los creyentes. La eclesialidad del acto de fe significa que el sujeto debe hacer suya la fe de la Iglesia, y que esta fe se expresa y existe en el acto de fe de quien mantiene vivo su vínculo con la communio. Al vivir su fe, el creyente no sólo construye su propia existencia, sino que al mismo tiempo edifica la Iglesia, de manera que el  del individuo es el creo de la Iglesia, no el credo de creyentes aislados.
 

martes, 5 de noviembre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica 6

TEMA 3: LA FE
 
3.1 Naturaleza de la fe teologal y propiedades.
3.2 Inteligencia y voluntad en el acto de fe.
3.3 Génesis de la fe: conocimiento de la credibilidad de la Revelación;  juicio de credendidad.
3.4 Credibilidad y vida de fe.
3.5 Fe e Iglesia.
 
A) DESARROLLO
3.1 Naturaleza de la fe teologal y propiedades
La fe es la virtud sobrenatural mediante la cual, impulsados y ayudados por la gracia de Dios, creemos que son verdaderas las cosas divinamente reveladas por Él, no por la verdad intrínseca de las cosas conocidas  con la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que se revela, que no puede ni engañarse ni engañarnos.
Se trata del asentimiento y adhesión a Dios que se revela en Cristo. El hombre responde, no a un conocimiento indirecto de Dios que ha dejado su rastro en el cosmos y en la conciencia, sino a Dios que se comunica al hombre como un yo a un tú, entregándose y pidiendo una respuesta, aunque el yo y el tú no se encuentren en el mismo plano.
La fe, como acto y como vida, se caracteriza por algunas propiedades fundamentales. La fe es:
- Sobrenatural: Significa que la fe es siempre y necesariamente gracia y don de Dios, no el resultado de una conquista humana. Hay una imposibilidad absoluta de adquirir la fe por medios de las fuerzas naturales del hombre. La fe nunca es el resultado necesario de un proceso racional. El hombre puede recorrer el camino de la credibilidad y llegar a certezas morales; pero la fe, en cuanto tal, le es dada: no viene de nosotros, es don de Dios.
- Libre: Significa que sólo se cree, si libremente se quiere creer. El hombre tras el pecado mantiene su libertad humana, aunque debilitada, pero no desaparece como afirmaba Lutero. Tiene la suficiente libertad para cooperar con la gracia que inclina al hombre a creer en Cristo, y puede también resistir a la gracia porque no es meramente pasivo.
El carácter libre de la fe no conduce al indiferentismo. Aunque el hombre sólo cree si quiere, no es lo mismo creer que no creer. El creer o el rechazo de la fe son susceptibles de una valoración moral una vez que se cuenta con los elementos necesarios para acceder a Dios (conocimiento de la predicación, gracia de Dios, etc.). Por tanto la libertad de la fe no equivale a la libertad moral del creer, como si hacerlo o no fuera indiferente y ajeno a cualquier juicio moral.
- Oscura: La fe es oscura porque el que cree no ha visto. Está estrechamente relacionada con la libertad que acompaña al asentimiento, y caracteriza a la forma propia de certeza que corresponde a la fe. Esta oscuridad puede ser entendida de dos formas:
1) la fe es oscura porque la verdad de su objeto no puede ser alcanzada ni por evidencia ni por demostración;
2) la fe es oscura, además, porque una vez alcanzado el objeto de fe, éste excede completamente la capacidad de la mente humana.
La oscuridad de la fe sólo puede ser provisional: es la oscuridad del ahora  que desaparecerá ante la claridad del después: Ahora vemos en un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a cara.
- Cierta: La certeza, caracterizada por la indudabilidad, acompaña también necesariamente a la fe. Solamente se accede a la certeza que corresponde a la fe cuando tiene lugar el acto de creer. Se trata de la certeza propia de la fe, -forma específica de certeza-. Su fundamento es la autoridad infalible de Dios a quien no le es posible errar o engañar. Por este fundamento la certeza de la fe -así lo  comenta Sto.Tomás- es superior a la certeza del propio conocimiento.
La verdad inmutable de Dios y la luz de la revelación son objetivamente un fundamento más sólido que el que pueda tener cualquier certeza humana. Pero desde una consideración subjetiva la certeza que resulta de la evidencia percibida por el sujeto es superior a la certeza de la fe. Por carecer de esta evidencia, al asentimiento de la fe no lo caracteriza el reposo, sino la tendencia a ver, a comprender: fides quaerens intellectum. Esta tendencia viene después -no antes- de poseer la fe.
Pero en todo caso la certeza de la fe es superior en firmeza (seguridad en la posesión de lo verdadero y plenitud en la adhesión), de tal forma que al que cree no le cabe la menor duda: "Diez mil dificultades no hacen una sola duda", dice Newman. La certeza de la fe, además, se ve confirmada con la práctica cristiana.
- Teologal:  La fe cristiana establece una relación inmediata entre Dios que se revela y el hombre destinatario de la revelación que cree. Se trata de un acto religioso del hombre entero: es una fe absoluta , porque asiente a la verdad de Dios por ser Él quien es. De ahí nacen la adhesión, el compromiso  y la incondicionalidad  de la fe.
- Eclesial:  ver 3.5
 
3.2 Inteligencia y voluntad en el acto de fe
Creer a Dios que se revela se traduce en un juicio que afirma la verdad de lo revelado. Hacer juicios es propio de la inteligencia, y por eso en el acto de fe la inteligencia interviene necesariamente y de forma insustituible. Concretamente, se pude afirmar que interviene en 3 momentos:
1) para entender la palabra que se le dirige;
2) para juzgar la verosimilitud, la plausibilidad y credibilidad de lo que se le propone;
3) en el acto de fe, confesando la verdad de lo revelado, pronunciando el ¡Amén! del asentimiento.
Pero la fe no es sólo asunto de la inteligencia. En el acto de fe interviene también, y esencialmente, la voluntad. No hay nada que me obligue a creer, y por tanto creo si quiero. La voluntad consiente a lo que la inteligencia conoce, y si no quiere creer, no cree. Sin embargo, no basta con querer para creer porque la fe es gracia, pero sólo el que quiere creer acaba creyendo.
La cooperación de inteligencia y voluntad para el acto de fe no tiene lugar a través de momentos sucesivos, sino mutuamente implicados y situados en la unidad del acto del entero ser personal.
 
3.3 Génesis de la fe: conocimiento de la credibilidad de la revelación; el juicio de credendidad.
En la génesis del acto de fe intervienen diversos factores por parte del hombre y de Dios: el entendimiento y la voluntad y toda la persona humana, la Revelación y la gracia y el amor de Dios. En definitiva: razón, libertad y gracia.
El estudio teológico y la experiencia cristiana a lo largo de los siglos, a la luz de la Revelación y con la guía del Magisterio eclesiástico, han ido llegando a una estructuración sistemática de los elementos que intervienen en el acto de fe en cuatro momentos principales:
1) juicio de credibilidad, (es razonable creer, puedo creer);
2) juicio de credendidad (debe creerse, debo creer);
3) decisión o mandato de la voluntad (quiero creer);
4) asentimiento del intelecto (creo).
Este análisis no significa que cronológicamente los cuatro momentos se den así, ni que sean advertidos y distinguidos de una manera refleja; no hay que olvidar que tratamos de analizar lo que en la realidad forma un proceso vital.
- Por el primer momento (juicio de credibilidad) se concluye que la revelación es digna de ser creída por una persona racional (es creíble);  es la conclusión de un análisis realizado sobre los motivos de credibilidad (ver 2.4), a través de los cuales se llega a la evidencia del hecho de la revelación. En el juicio de credibilidad intervienen la inteligencia y la voluntad, cada una con sus actos propios. Para este juicio no es necesario el auxilio de la gracia pero la mayoría de las veces moralmente requiere gracias actuales, auxiliares o sanantes.
- Tras el juicio de credibilidad viene el juicio de credendidad, que concluye en un juicio práctico: se debe creer, ya que la revelación de Dios es no sólo creíble, sino el único camino para lograr mi salvación. La credendidad tiene como trasfondo el conocimiento natural de Dios junto con la tendencia del hombre al fin último (al bien) unido a la vida moral humana. Dios constituye el fin      último del hombre y es, por tanto, lo que el hombre debe alcanzar para salvarse. El juicio de credendidad se presenta como la condición intelectual que hace posible la electio fidei. Hasta qué punto es necesario aquí el auxilio de gracias sobrenaturales divinas es cuestión discutida por los teólogos. En cuanto la credendidad supone ya el inicio de la fe son necesarias gracias actuales de Dios; algunos autores consideran que para el juicio remoto de credendidad (debe creerse) normalmente no se requiere, y que en cambio son necesarias para el juicio próximo, personal (debo creer), para fortalecer y rectificar la voluntad, para enderezarla y hacerla más libre y buena.
- Los dos últimos momentos (decisión de creer y asentimiento de la inteligencia) son ya plenamente realizados con la cooperación e influjo de la gracia sobrenatural, sin la cual el hombre no puede de ninguna manera incorporar su entendimiento y voluntad, su persona, a la verdad y amor divinos, a la vida divina, que la revelación le ofrece.
La renovación de la apologética a finales del siglo XIX y principios del XX contribuyó a la aparición de nuevas perspectivas desde las cuales abordar la génesis del acto de fe. Si la apologética tradicional se fijó sobre todo en el objeto de la fe, esta renovación atiende sobre todo al sujeto sin desentenderse del objeto: en el sujeto existe un dinamismo  que -si se actúa de forma coherente con él- impulsa al sujeto en la dirección de la fe: el -para el hombre- de la revelación se corresponde con una constitución del sujeto en la que queda plasmada una -necesidad- de la revelación, de forma que solamente si el sujeto accede a ella encuentra el sentido pleno de su ser.
 
 

martes, 29 de octubre de 2013

NO al halloween

Como con todo lo que es santo, el enemigo trata de robárnoslo y hacerlo suyo únicamente para la perdición de las almas, dado al odio y envidia que nos tiene. El llamado "Halloween" tomó su nombre del sajón "All Hallow´s Eve" o "All Hallow Even", que quiere decir Vísperas de Todos los Santos. Ve pues, o sea que una fiesta católica fue usurpada por el demonio y sus secuaces terrenales para deformar el nombre y por supuesto el culto y convertirla en el principal día para cometer abominaciones, blasfemias, sacrilegios, etc. Yo digo NO AL HALLOWEEN, y expongo unas pocas razones (hay muchas más):
  
SIETE RAZONES PARA NO CELEBRAR EL HALLOWEEN:
1. NO es una actividad cristiana.
Ninguna iglesia de denominación cristiana celebra esta fecha. Los católicos, no celebramos y nunca celebraremos una noche dedicada a la exaltación de la brujería en ninguna de sus formas.
 
2. Va contra las enseñanzas de Jesús. Jesús está en contra de la brujería en todas sus formas: espiritismo, hechicería, adivinación, lectura de cartas, horóscopos, astrología y tantas máscaras con que se encubre la maldad. Estas han sido declaradas enemigas de la Palabra de Dios desde tiempos muy remotos y van contra todas las enseñanzas de nuestro Señor, quien dice claramente que "el que no está conmigo está contra mí". Hay innumerables referencias bíblicas donde se condena el uso de toda estas clases de mal.
 
3. Ocurren horribles sacrilegios contra la Eucaristía.
 
4. Sirve para rendir culto a satanás. Aunque en apariencia es una actividad recreativa y muy llamativa, sobre todo para los niños, su verdadero significado sigue oculto a nuestros ojos. En muchos países, incluyendo el nuestro, los grupos satánicos usan esa noche para un "culto" especial dedicado a satanás y en muchos países alrededor del mundo, se hacen sacrificios humanos, sobre todo de niños que han sido secuestrados de sus hogares y que son ofrecidos como víctimas inocentes en una noche de lujuria, drogas, alcohol y toda clase de desenfrenos, en las llamadas "misas negras".
 
5. Se opone al primer mandamiento. Este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con su Padre Celestial y mucho menos con el Santo Espíritu del Dios Altísimo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser.
 
6. Participar es olvidarse de Dios. Participar quiere decir "ser parte de": si usted participa está siendo parte de esta tremenda responsabilidad espiritual: No sólo se está alejando u olvidando de la adoración al Dios Eterno e Inmortal, sino que está siendo parte de una actividad que glorifica a las brujas y a su padre satanás.
 
7. Contamina y esclaviza a nuestros niños. No hay magia blanca y magia negra, no hay brujas buenas y brujas malas. Toda la actividad demoníaca se disfraza y se oculta para ganar adeptos y así muchas veces "vestimos" a nuestros niñitos como "brujitas" y "diablitos". Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí y NO SE LO IMPIDÁIS, porque de los tales es el Reino de los Cielos". ¿Llevaría usted a sus niños disfrazados ante Jesús y los podría presentar libremente y con su conciencia tranquila? Jesús necesita a sus niños libres de toda clase de máscaras y limpios de toda contaminación.
 

¿CUÁL ES SU PROPÓSITO ACTUAL?
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A. La fecha del 31 de octubre, es una fiesta pagana, durante la cual se practicaba mucho más que la adivinación.
 
B. Las máscaras y los disfraces son usados para ocultar la verdadera identidad de los niños, quienes son obligados a salir y copiar los actos de trampería y de hostigamiento, previamente atribuidas a hadas, brujas y duendes.
 
C. El simple trato es una exigencia de contribución de alimentos, lo cual está claramente relacionado con las exigencias de los druidas.
 
D. Los "posters" comprados o dibujados por los niños con brujas sobre escobas pasando al frente de la luna muestran a estos seres en camino a un culto especial de Satanás.
 
E. Las calabazas talladas con el rostro de una persona están relacionadas con las máscaras de muerte utilizadas por los druidas durante el Samhain. La luz que se coloca para iluminar por dentro era para iluminar el camino, para disuadir a los espíritus que vinieran a asustar a los cansados caminantes.
 
F. Todo el concepto detrás del día de las brujas está relacionado con las tinieblas, la muerte, el temor, el engaño, los ritos paganos y el satanismo. "El ladrón no vino sino para hurtar, matar y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que tengan en abundancia". Juan 10:10. 

 
 Cada año se incrementa más el satanismo dentro de esta celebración. En Inglaterra se realizan sacrificios honrando al dios de la muerte, eligen la reina de las brujas en la iglesia de la magia negra. La elegida obtiene fama, fortuna y poderes psíquicos para hacer maldades. En este país el número de creyentes es casi igual al numero de brujos. 
 
 El 50% de los desaparecidos en los EE.UU. se conectan con el satanismo. Actualmente la celebración de Halloween es el último de los rituales, que se realizan por 6 semanas consecutivas. En la primera de éstas, se juntan brujos cantando "666", hasta que cada participante puede ver la cara misma de Satanás. En la segunda semana, ellos sacrifican un animal pequeño posiblemente un pájaro o un gato. En la tercera semana un animal grande, algo así como un perro o un cordero es ofrecido en sacrificio. En la cuarta semana debe sacrificarse un cabrío con los cuernos más grandes que ellos puedan encontrar. Después de sacrificarlo, la cabeza deben ponerla en alto, como símbolo de la perfección de Satanás. La quinta semana, ellos sacrificarán a un niño pequeño o un adolescente. La víctima es regularmente ofrecida por una mujer del grupo, porque de esta manera la muerte de su hijo no será publicada. Si el niño que ha sido ofrecido no nace a tiempo, lo nacen por cesárea. Si no hubiera niños dentro del grupo roban uno o lo compran en el mercado negro. La policía misma reporta un incremento de los niños desaparecidos en esas fechas.
 
Este ritual es una blasfemia porque al infante lo ofrecen como el niño Jesús; después de la muerte del niño los satanistas estarán comiendo pedazos de su corazón y bebiendo un poco de su sangre. La noche del Halloween es la sexta semana de estas fiestas, en la cual se acostumbra el sacrificio a una persona adulta, especialmente a la madre del niño sacrificado la semana anterior. Terminando el ritual de esa noche los miembros acostumbran permanecer en los cementerios hasta la mañana siguiente y se llegan a confundir con las personas que están en los cementerios en la mañana del primero de noviembre.
 
Habría que contar las profanaciones que ocurren en estos días, robos sacrílegos de la Eucaristía y ornamentos Sagrados.
 
Todas estas prácticas se encuentran hasta el día de hoy en vigencia. "Someteos, pues a Dios; resistid al diablo y el huirá de vosotros" Santiago 4:7.

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Es hora de que empecemos a decir la VERDAD y aunque muchos no les guste y se escandalicen Satanás es real existe ...como también su lugar en la derrota el Infierno...Y ese día es como un apertura de las puertas del averno por medio de conjuros y porquerías de ocultistas...solo tenemos que rezar unidos con el corazón...
 
No olvidemos: rezar el rosario, adorar al Santísimo, confesarse, ir a Misa y comulgar, rezar las 1as vísperas de la Solemnidad de Todos los Santos, hacer limosna en sufragio de las benditas ánimas, ayuno y mortificación y pedir la conversión de TODOS los que creen o participan en el Halloween.
 
fuente: catolicidad.com 

miércoles, 23 de octubre de 2013

Solemnidad de Cristo Rey


Se acerca la gran fiesta que reclama la realeza de Nuestro Señor Jesucristo por encima de todo lo creado, visible e invisible. Por ello ponemos una parte de la encíclica Quas Primas de SS Pío XI en donde afirma que la solución a los problemas actuales es reconocer y a obedecer a Cristo como rey de nuestras vidas, familias, sociedades y el mundo. Para leer toda: Quas Primas
 
CARTA ENCÍCLICA
QUAS PRIMAS
DEL SUMO PONTÍFICE
PÍO XI
SOBRE LA FIESTA DE CRISTO REY
(fragmentos)
 
En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.
Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.
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Contra el moderno laicismo
23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.
24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.
...
La fiesta de Cristo Rey
25. Nos anima, sin embargo, la dulce esperanza de que la fiesta anual de Cristo Rey, que se celebrará en seguida, impulse felizmente a la sociedad a volverse a nuestro amadísimo Salvador. Preparar y acelerar esta vuelta con la acción y con la obra sería ciertamente deber de los católicos; pero muchos de ellos parece que no tienen en la llamada convivencia social ni el puesto ni la autoridad que es indigno les falten a los que llevan delante de sí la antorcha de la verdad. Estas desventajas quizá procedan de la apatía y timidez de los buenos, que se abstienen de luchar o resisten débilmente; con lo cual es fuerza que los adversarios de la Iglesia cobren mayor temeridad y audacia. Pero si los fieles todos comprenden que deben militar con infatigable esfuerzo bajo la bandera de Cristo Rey, entonces, inflamándose en el fuego del apostolado, se dedicarán a llevar a Dios de nuevo los rebeldes e ignorantes, y trabajarán animosos por mantener incólumes los derechos del Señor.
Además, para condenar y reparar de alguna manera esta pública apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad.
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Condición litúrgica de la fiesta
30. Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos. Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente.
...
Con los mejores frutos
32. Antes de terminar esta carta, nos place, venerables hermanos, indicar brevemente las utilidades que en bien, ya de la Iglesia y de la sociedad civil, ya de cada uno de los fieles esperamos y Nos prometemos de este público homenaje de culto a Cristo Rey.
a) Para la Iglesia
En efecto: tributando estos honores a la soberanía real de Jesucristo, recordarán necesariamente los hombres que la Iglesia, como sociedad perfecta instituida por Cristo, exige por derecho propio e imposible de renunciarplena libertad e independencia del poder civil; y que en el cumplimiento del oficio encomendado a ella por Dios, de enseñar, regir y conducir a la eterna felicidad a cuantos pertenecen al Reino de Cristo, no pueden depender del arbitrio de nadie.
Más aún: el Estado debe también conceder la misma libertad a las órdenes y congregaciones religiosas de ambos sexos, las cuales, siendo como son valiosísimos auxiliares de los pastores de la Iglesia, cooperan grandemente al establecimiento y propagación del reino de Cristo, ya combatiendo con la observación de los tres votos la triple concupiscencia del mundo, ya profesando una vida más perfecta, merced a la cual aquella santidad que el divino Fundador de la Iglesia quiso dar a ésta como nota característica de ella, resplandece y alumbra, cada día con perpetuo y más vivo esplendor, delante de los ojos de todos.
b) Para la sociedad civil
33. La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.
A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres. Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los fieles para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana.
c) Para los fieles
34. Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía. Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas, y sólo a El estar unido; es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apóstol San Pablo, como armas de justicia para Dios(35), deben servir para la interna santificación del alma. Todo lo cual, si se propone a la meditación y profunda consideración de los fieles, no hay duda que éstos se inclinarán más fácilmente a la perfección.
35. Haga el Señor, venerables hermanos, que todos cuantos se hallan fuera de su reino deseen y reciban el suave yugo de Cristo; que todos cuantos por su misericordia somos ya sus súbditos e hijos llevemos este yugo no de mala gana, sino con gusto, con amor y santidad, y que nuestra vida, conformada siempre a las leyes del reino divino, sea rica en hermosos y abundantes frutos; para que, siendo considerados por Cristo como siervos buenos y fieles, lleguemos a ser con El participantes del reino celestial, de su eterna felicidad y gloria.
Estos deseos que Nos formulamos para la fiesta de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, sean para vosotros, venerables hermanos, prueba de nuestro paternal afecto; y recibid la bendición apostólica, que en prenda de los divinos favores os damos de todo corazón, a vosotros, venerables hermanos, y a todo vuestro clero y pueblo.
 
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de diciembre de 1925, año cuarto de nuestro pontificado.

viernes, 18 de octubre de 2013

Breve Resumen de la Teología Católica 4

TEMA 2: LA REVELACIÓN
2.1 Concepto teológico de revelación
2.2 Hechos y palabras en el constituirse de la revelación
2.3 Cristo, culmen y centro de la Revelación
2.4 Signos de credibilidad de la revelación
2.5 Transmisión de la revelación a través de la Iglesia
 
A) DESARROLLO
2.1 Concepto teológico de revelación
De modo general, podemos afirmar que, en la concepción cristiana, la revelación es la auto-comunicación y auto-manifestación personal de Dios al hombre.
El concepto de revelación designa y unifica una realidad múltiple si se tienen en cuenta las formas en que Dios se ha comunicado a los hombres. Partiendo de cómo ha tenido lugar y es nombrada esa revelación en la Sagrada Escritura, y la manera en que ha sido comprendida y descrita en la Tradición, en el Magisterio y en la reflexión teológica a lo largo del tiempo, a la luz del Concilio Vaticano II en el que ha confluido el trabajo teológico y la enseñanza magisterial anterior, podemos explicitar completamente el concepto de revelación.
Es la Constitución Dogmática De Divina Revelatione, más conocida como Constitución Dei Verbum, la que trata de manera más amplia la naturaleza de la revelación.
DV presenta la revelación como la manifestación que Dios hace de Sí mismo y de sus planes de salvar al hombre, para que el hombre se haga partícipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia humana (cfr.DV 6). En definitiva, se presenta como la auto-comunicación de Dios al hombre.
Sin embargo la revelación no es una mera comunicación de un mensaje, sino un encuentro en el que Dios, movido por el amor, habla a un amigo e invita a entrar en su intimidad (cfr.DV 2); es el misterio de Dios que se presenta y fundamenta desde sí mismo a los hombres libérrimamente; misterio de Dios que no es sino su vida íntima, trinitaria, manifestada por Cristo, a la cual los hombres tenemos acceso por el mismo Cristo en el Espíritu.
No implica solamente, por tanto, la manifestación de algunos atributos de Dios como su voluntad y sabiduría, sino también el designio salvador de Dios. La revelación se presenta desde el principio en relación esencial con la salvación: El hombre es llamado a la intimidad misma de Dios donde se verá transformado en su ser total -no sólo en su inteligencia-, haciéndose hijo de Dios.
La revelación responde a un plan -una economía- que consta de palabras y hechos, intrínsecamente conexos entre sí que manifiestan la bondad y sabiduría de Dios: "las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez las palabras proclaman las obras y explican su misterio" (DV 2). Esta auto-comunicación tiene su plenitud en Cristo, -mediador y plenitud de toda la revelación- (DV 2)
 
2.2 Hechos y palabras en el constituirse de la revelación
Como ya se ha dicho, la revelación incluye palabras y hechos como elementos esenciales de la auto-comunicación divina. No son dos realidades yuxtapuestas, sino que se dan intrínsecamente unidos entre sí en recíproca donación de significado: la complementariedad entre palabras y hechos da lugar a una única realidad -la revelación- que se presenta en su totalidad e interpela al hombre entero y no sólo a su inteligencia o a su experiencia. Los puros hechos son opacos al observador si no van acompañados de la palabra. Veamos cómo se realiza esa mutua donación de significado.
a) Si la palabra va antes del hecho, entonces es anuncio o profecía, en el caso de la revelación, de hechos salvadores: Dios mismo manifiesta por su profeta su plan respecto al hombre y el modo de realizarse. Si es una profecía, la eficacia infalible de la palabra de Dios tiene lugar en el futuro. Es el tiempo de la fe que se verá confirmada cuando el hecho se cumpla. Si es un mandato o una exhortación, la palabra influye en el hecho y lo explica. No son mandatos tiránicos o exhortaciones arbitrarias, sino siempre hechos que, si el hombre los cumple, llevan a la salvación.
b) Si va después del hecho, la palabra lo proclama, narra y explica. La proclamación del hecho es actividad propia de la fe y tiene lugar en contexto litúrgico; la narración interpreta y al mismo tiempo representa y hace presentes los hechos; finalmente la palabra es explicación los hechos, desentraña su sentido y se dirige a la enseñanza al ponerse en relación con los oyentes.
La complementariedad entre palabras y hechos hace que:
- La palabra, al explicar el sentido de los hechos, les da el carácter universal
- Los hechos muestran en acto la realidad de las palabras y las doctrinas, a las que aportan la significación concreta y viva de lo históricamente real.
La teología ha descubierto que en la revelación, al tener lugar por medio de palabras y hechos intrínsecamente unidos, se da una analogía con los sacramentos, en los que también hay palabras y hechos que, unidos, realizan la salvación por la gracia. Por eso se habla del carácter sacramental de la revelación. Hay entre las palabras y los hechos una coherencia que, cuando se convierte en unidad, sirve para expresar el misterio de Dios.

jueves, 17 de octubre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica 5

2.3 Cristo, culmen y centro de la Revelación
Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras a través de los profetas      "últimamente, en estos días nos habló por su Hijo" (Heb 1, 1-2). Este Hijo es el Verbo eterno enviado a los hombres para vivir entre ellos y manifestarles los secretos de Dios: Jesucristo, el Verbo hecho carne, habla palabras de Dios y lleva a cabo la obra de la salvación. A través de su vida, palabras y obras, y sobre todo su muerte y resurrección, y del envío del Espíritu Santo, Cristo completa la revelación y confirma la salvación del pecado y de la muerte.
El CV II en DV 2 afirma que es al mismo tiempo mediador y plenitud de toda la revelación, es decir, revelador y revelación de Dios.
- Revelador (mediador de la revelación): Cristo es revelador de Dios, mediador perfecto de la revelación por ser Dios eterno y hombre perfecto. Él realiza las obras de Dios, habla de lo que ha visto; conoce a Dios y sabe lo que hay en el hombre. La mediación de Cristo es ya revelación del misterio íntimo de Dios, del Dios Trino.
- Revelación plena de Dios:  El misterio de Dios es, principalmente, el misterio del Padre, Deus absconditus , a quien nadie vio jamás (Jn 1, 18). Cristo revela al Padre en cuanto que es el Hijo -Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre (Jn 8, 25)- y el Verbo eterno (cfr. Jn 1, 1-18). El es la Imagen, la Palabra de Dios, Palabra de amor que, desde dentro de la Trinidad, revela el misterio de Dios.
Puntos fundamentales de la plenitud de la revelación en Cristo son la encarnación y la Cruz y resurrección:
a) La Encarnación:  En la encarnación del Verbo culmina la auto-comunicación de Dios a los hombres, al enviar a su Hijo para que asuma forma humana, Dios se revela como Padre a los hombres. La encarnación es la base de la revelación y la razón para creer en ella por ser la suprema comunicación de Dios a los hombres.
Además, en Jesucristo se revela no sólo el misterio de Dios sino también el misterio del hombre (cfr. GS 22), ilumina lo que, sin su revelación, en el hombre quedaría ignorado: muestra al hombre su altísima vocación.
b) La Cruz y resurrección: la revelación salvífica de Dios tiene su momento culminante en la muerte y resurrección de Jesucristo, pero ¿cómo puede ser revelación de Dios lo más humillante? En el anonadamiento de Dios (Filp 2, 5-11) se manifiesta el poder de Dios, que es tan grande que puede hacerse pequeño y vencer a la muerte: Dios puede más que la muerte. Pero sobre todo muestra el poder del amor a los hombres, y hasta dónde llega su solidaridad con la humanidad, hasta qué punto Dios ama a los hombres.
La Cruz revela la actuación plena de la filiación divina de Jesús que se entrega totalmente a la voluntad del Padre, a lo que el Padre responde con la resurrección en la que recibe la glorificación como Señor. Como Señor, Cristo envía el Espíritu Santo a los hombres, a quienes por el mismo Espíritu da una participación en la vida misma de Dios. El envío del Espíritu Santo es inseparable del misterio pascual; El es el perpetuo dador de sentido de la verdad del misterio de Cristo para la Iglesia.
 
2.4 Signos de credibilidad de la revelación
Aunque el misterio no se puede expresar adecuadamente en la historia -no hay expresión creada de lo increado- su entregarse en el tiempo tiene lugar a través de acontecimientos y de palabras que, al ser recibidos por el hombre, constituyen signos de credibilidad.
La mera captación del acontecimiento no constituye prueba alguna de su credibilidad como misterio; es necesario que en el acontecimiento se capte su carácter de signo de credibilidad .
Para la credibilidad de la revelación (propiedad de la revelación por la que a través de signos ciertos aparece como realidad digna de ser creída) interesan sobre todo los signos personales  porque la credibilidad no se dirige a un objeto (un documento, una tradición) sino a la persona que se ha expresado a través de esos medios. En general, se hace necesaria la credibilidad tanto del testigo como del testimonio.
Siguiendo a Latourelle, se podrían sistematizar los signos de credibilidad en dos grandes grupos: Cristo y la Iglesia. Los signos de Cristo y la Iglesia se presentan al hombre como milagro (hechos divinos que, mostrando luminosamente la omnipotencia y ciencia infinita de Dios, son signos certísimos y acomodados a la inteligencia de todos de la revelación divina CVI); profecía (signo del cumplimiento de las Escrituras Sagradas, puede definirse, con el CVI, como el milagro); y santidad. Sin embargo, estos tres no se encuentran aisladamente sino que se descubren concretamente realizados en Cristo y en la Iglesia. Cristo y la Iglesia son los dos grandes signos que iluminan y dan sentido a todos los signos particulares, los cuales proceden de ellos y a ellos conducen.
Cristo es el signo definitivo de credibilidad de la revelación, ya que sólo gracias a su referencia a Cristo los demás signos, motivos o razones se constituyen como tales. Con esto no se quiere negar que los demás signos particulares no tenga fuerza significativa propia, la tienen, pero han de conducir siempre al signo último: Jesucristo. En la persona de Cristo destacan su santidad, autoridad, sublimidad de su doctrina, cumplimiento de las profecías y milagros. El hecho más importante es la resurrección.
La Iglesia, junto con Cristo y por su unión con Él es calificada como el signo total: Cristo en la Iglesia. En ella encontramos los signos particulares de milagro, profecía, santidad, fecundidad, propagación, estabilidad, más las notas de la Iglesia.
 
2.5 Transmisión de la revelación a través de la Iglesia
La revelación y la salvación de Dios están destinadas a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Para que ese designio divino pudiera realizarse, los Apóstoles entregaron a la Iglesia lo que ellos habían recibido de Cristo y del Espíritu Santo. La Iglesia es, entonces, la que continúa la acción salvadora de Cristo. Su misión respecto a lo recibido consiste en conservarlo y transmitirlo fielmente hasta el final de los tiempos. La Iglesia tiene su origen en Dios que la ha querido para llevar a cabo esta misión.
Pero la Iglesia no transmite un objeto con el que tiene relación accidental, sino que transmite su propio ser, su esencial relación con Cristo y el Espíritu Santo que son los que la hacen existir. Por tanto a la Iglesia corresponde:
1.-Conservar y transmitir el depósito de la fe: El Espíritu Santo asiste permanentemente a la Iglesia, no para revelarse -la revelación está completa después de la muerte del último apóstol- sino para que conserve intacta la fe apostólica hasta el fin de los tiempos y así la transmita.
2.- Definir con autoridad y sin error su sentido correcto: Para ello la Iglesia ha sido dotada por Dios de un poder de discernimiento que le permite formular la fe revelada sin equivocarse (infalibilidad).
Para llevar a cabo esta misión Dios ha dispuesto medios capaces de conservar fielmente el depósito de la revelación: la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio
La Sagrada Escritura es la revelación de Dios escrita bajo la asistencia del Espíritu Santo.
La Tradición es la transmisión oral y viva de la verdad revelada que tiene su inicio de los Apóstoles. Sagrada Escritura y Tradición están unidos y se comunican entre sí, de modo que la Iglesia no alcanza de la sola Sagrada Escritura su certeza sobre todas las cosas reveladas.
"Esta tradición que viene de los apóstoles progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo" (DV 8), progreso que consiste en la comprensión de las realidades y palabras transmitidas. La inteligencia de la revelación se realiza en la Iglesia a través del Magisterio (enseñanza de los sucesores de los Apóstoles que tienen la misión de enseñar y dirigir al pueblo), y el sentido de la fe (cualidad del alma del sujeto al que la gracia confiere una capacidad de percibir la verdad y de discernir lo que se opone a ella).
El oficio de interpretar y enseñar la revelación, escrita o transmitida, está confiado al Magisterio de la Iglesia, el cual no es superior a la Palabra de Dios sino que sirve a esta conservándola, transmitiéndola e interpretándola auténticamente.
Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio, están así unidos de tal forma que no pueden subsistir independientemente, y todos ellos juntos contribuyen a la salvación de las almas.

lunes, 14 de octubre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica 3

1.4. Método propio de la Teología: las Fuentes Teológicas.
El método que la Teología utiliza se suele desarrollar en tres etapas: (1) fijar los datos de la Revelación; (2) determinar las cuestiones que esos datos suscitan, en sí mismos o en relación con la experiencia creyente del hombre y del mundo;(3) reflexión sobre los datos. De modo que la Teología se encuentra con una variedad de opciones metodológicas concretas.
El método teológico ha de partir de una recta concepción de la teología como fe que busca entender, lo cual exige a su vez la realidad de Dios que actúa en la historia. Debe reconocer asimismo la capacidad de la razón para conocer la Verdad y penetrar el sentido último de las cosas con la ayuda divina. Y ha de aceptar una filosofía que acepte la realidad del mundo.
La concepción y aplicación adecuada del método teológico puede regirse por los siguientes criterios:
- No existe un paradigma metodológico único que pueda o deba considerarse la forma científica de la teología.
-Todo método teológico comprende el auditus fidei y el intellectus fidei.
-Todo método contiene aspectos falibles y provisionales, que, llegado el momento, deben ser superados. Suele progresar por enriquecimiento de lo anterior o por la sustitución de esquemas operativos.
- En el método teológico no se pueden separar, formal y asépticamente, modo y objeto. Ambos son correlativos e inseparables.
- El objeto no es nunca en teología un producto del método.
- El método teológico incluye necesariamente la consideración de la incidencia de la doctrina cristiana en la vida del creyente, de la comunidad y de la sociedad eclesial.
El teólogo sin olvidar la idea de Misterio que preside sus investigaciones, debe de dar actualidad a los experimentado directamente por los discípulos de Jesús. Se inserta por ello en el camino de la Tradición e intenta luego re-expresar la Verdad fundante que ha tomado de la Iglesia. Encuentra así respuesta a cuestiones viejas, reformula otras, y otras las elimina por considerarlas vacías.
 
Las fuentes de la Teología son, la Sagrada Escritura, la Tradición de la Iglesia y el Magisterio auténtico. De algún modo puede considerarse también la Historia.
1. La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. La Escritura debe ser el alma de la Teología y es la base de las afirmaciones teológicas. Por eso la exégesis hace posible una profundización y un rejuvenecimiento de la Teología.
Sin embargo, la S.E. debe estar unida a la Tradición para entregar el recto sentido de los textos.
2. La Tradición refleja la vida intelectual, orante y litúrgica de la Iglesia. Es anterior a la Escritura misma y mantiene con ella una profunda relación. Está formada por un conjunto de testimonios que dan razón de la fe de la Iglesia.
La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas, manan de la misma fuente. La Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de lo revelado, porque la Tradición recibe la Palabra de Dios (encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los apóstoles) para que ellos (iluminados por el Espíritu) la conserven, expongan y difundan.
Los lugares donde podemos encontrarla son los escritos de los Santos Padres, Actas de mártires, autores místicos, enseñanzas de las conferencias episcopales, la legislación canónica, sensus fidelium, etc.
3. Magisterio. Le ha sido encomendado el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, y lo ejerce en nombre de Jesucristo.
En virtud del mandato recibido de Cristo y por un don especial del E.S, el Magisterio tiene la misión de conservar el depósito de la fe en toda su integridad. Lo protege del error y juzga con autoridad las interpretaciones de la revelación que ofrece la Teología y él mismo ofrece consideraciones y desarrollos en torno a la fe.
Así, la Tradición, la S.E., y el Magisterio están tan unidos que ninguno puede subsistir sin los otros.
Por último, aunque el recurso a la Historia no es propiamente una fuente, sí es cierto que puede ayudar mucho en cuanto que puede colaborar a entender mejor cómo esas verdades se interpretan y viven dentro de la Iglesia con el transcurso del tiempo.
 
1.5. Teología Positiva y Teología Especulativa.
La Teología positiva es la ciencia del contenido integral de la Revelación, que intenta determinar y trazar toda la historia documental del objeto creído en su revelación, su transmisión y su proposición. Desea conocer el cuerpo o la forma externa del dato revelado, con el estilo metódico y exhaustivo que es propio de las ciencias positivas. Lo hace para llegar a una inteligencia más honda de la Palabra de Dios.
Trata de responder a la siguiente pregunta, ¿cuál es exactamente la verdad revelada por Dios? Procura determinar y establecer lo que Dios ha revelado y cómo lo ha revelado, si lo ha hecho directamente o indirectamente, de modo explícito o implícito, con expresiones oscuras o claras. Y porque las doctrinas reveladas no se encuentran siempre con la misma nitidez, suele ser necesario un trabajo de interpretación de términos y expresiones.
Teología especulativa: Profundiza en las verdades reveladas, muestra su inteligibilidad, la conexión y armonía que reina entre ellas, sirviéndose de la ayuda de las ciencias humanas.
- Lleva a una comprensión más honda del dato revelado, pero no debe ser confundida con una simple especulación; no es la aplicación de una filosofía técnica a la comprensión de la doctrina revelada sino que la Teología especulativa cae bajo el control y la luz del misterio de salvación. No es una superestructura de la Teología positiva, sino que el pensamiento especulativo se encuentra englobado en la Teología positiva. El dato de fe no es únicamente el punto de partida; es el principio vital que la anima a lo largo de todo su recorrido de reflexión creyente.
La posibilidad de la Teología especulativa se basa en una epistemología realista: la doctrina revelada presupone que la mente humana se ordena a la verdad y es capaz de conocer a Dios de manera limitada pero cierta.
Para esto, cobra gran importancia el tema de la analogía. Nos permite hablar de Dios de modo que nuestro lenguaje tenga sentido. Algo podemos decir de Dios aunque no se le puede aplicar unívocamente.
La Teología especulativa acomete dos grandes tareas: comprender y organizar el dato revelado.
1. Comprende lo mejor posible el dato revelado. No quiere decir que los misterios puedan ser demostrados o asimilados como si fueran datos totalmente evidentes. Sino que es la búsqueda del sentido preciso que se encierra en la fe y la relación de los misterios entre sí.
2. Trabajo sistemático: la Teología procura exponer con rigor los preámbulos de la fe (mostrar que la fe, aunque no sea evidente, no es absurda). Presentar una síntesis de los misterios de la fe (de modo que se muestre lo mejor posible la unidad y coherencia de la doctrina revelada). Y relacionar sus datos y conclusiones con el mundo de la ciencia y la cultura.

sábado, 12 de octubre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica 2

1.2. Fe y Teología.

Decimos que a las verdades de la Revelación podemos acercarnos a través de la fe, en cuanto que los contenidos de la Revelación son creíbles (ut credibilia); y por medio de la Teología en cuanto esas verdades reveladas son inteligibles (ut intelligibilia), como susceptibles de una comprensión cada vez mayor.
La fe es asentir a una verdad en cuanto digna de ser creída. Lo propio de la Teología es analizarla. El motivo formal de la fe es la autoridad de Dios que revela; el de la Teología, es la percepción por la razón de la inteligibilidad de lo creído. La fe es siempre presupuesto absoluto de la Teología. De modo que la Teología se debe hacer desde dentro y a partir de la fe, y es así algo más que una simple reflexión racional sobre los datos de la revelación. Por eso afirma S. Agustín: "intelligere ut credas, credere ut intelligas" (has de entender para creer y has de creer para entender).
S. Anselmo de Canterbury entiende la Teología como "fides quarens intellectum"; la fe que busca entender, no por curiosidad sino por amor y veneración al misterio. El creyente no discute la fe, pero manteniéndola firme busca dar razones del por qué de la fe.
Por tanto, la Teología es desarrollo de la dimensión intelectual del acto de fe. Es una fe reflexiva, fe que piensa, comprende, pregunta y busca. Trata de elevar, dentro de lo posible el credere al nivel del intelligere. El Teólogo se apoya en el conocimiento de Dios por la fe, en la raz�n humana y en sus adquisiciones ciertas. Entonces, con todo esto, el Teólogo intenta ordenar e interpretar los datos que son objeto de fe, de modo que se vea su unidad tal como Dios lo ha dispuesto.
 
1.3. Teología como ciencia.
Para mostrar el carácter científico de la teología, antes hay que delimitar el concepto de ciencia. A lo largo de la historia se han dado diversos modos de entender el concepto de ciencia.
Si entendemos por ciencia solamente aquella disciplina caracterizada por una aproximación a la verdad (con un método y un poder sobre lo real) ligado a una exactitud dirigida y verificada por una experimentación, ciertamente la Teología no es una ciencia, puesto que lo científico sería sólo lo verificable.
Pero si entendemos como ciencia aquella disciplina que pueda probar un objeto con un método propio y pueda desembocar en condiciones que se puedan comunicar a otros; en este sentido se podría hablar de ciencia canónica, ciencia bíblica y ciencia teológica.
Los esfuerzos más amplios para fundamentar el carácter científico de la Teología se desarrollan a lo largo del siglo XIII y Santo Tomás de Aquino se enmarca dentro de los grandes exponentes de su carácter científico.
Santo Tomás adopta el concepto aristotélico de ciencia y trata de demostrar que no es ajeno a la Teología, basándose en dos argumentos:
1. Normalmente la ciencia tiene evidencia de sus principios. Pero hay ciencias cuyos principios vienen de otra ciencia superior que consigue demostrar la evidencia de aquellos principios. Por tanto, hay ciencias que se basan en unos principios dados por otras ciencias superiores, siendo evidentes en tales ciencias. Aquellas ciencias se llaman ciencias subalternas.
La Teología es una de estas ciencias subalternas que se basan en unos principios, cuya evidencia no la demuestra la Teología: son las verdades de fe. Sin embargo, hay una ciencia, superior a la Teología, para la cual los principios sí son evidentes: es la ciencia de Dios. En efecto, la visión directa de los misterios, existe en Dios y en los bienaventurados, con quienes la fe nos pone en comunión.
Concluimos que la Teología es una ciencia , una ciencia subalterna a la ciencia de Dios.
2. También cobra razón de ciencia cuando logra construir racionalmente lo revelado donde determinadas verdades se presentan religadas unas a otras como a su principio. Es decir, la Teología es una ciencia porque hay verdaderas conclusiones que parten de unos principios, de modo que resulte que ambas (conclusiones y principios) sean igualmente reveladas. Es decir, es ciencia porque logra obtener unas conclusiones a partir de unos principios revelados.
Se llega a conclusiones más allá de lo revelado formalmente por una elaboración teológica. Si esto no fuera así, no podríamos salir del Kerigma y nos perderíamos gran cantidad de verdades secundarias que parten de un desarrollo racional de la revelación y que, por tanto, también son verdades.
La teología identifica y tiene en cuenta los principios revelados de los que parte en su reflexión; circunscribe con precisión en su campo de estudio; procura atenerse a una metodología rigurosa y cada vez mejor comprobada en su coherencia interna; se esfuerza en mostrar la homogeneidad y corrección en el modo de derivar los datos obtenidos a partir de los principios; los conocimientos que obtiene son comunicables de manera sistemática.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Breve resumen de la Teología Católica

Iniciamos hoy una serie de entregas sobre la teología católica, basado en el resumen de la página www.dudasytextos.com. Espero sea de provecho y crecimiento en su fe.

TEMA 1: NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA
 
1.1. Definición y Objeto de la Teología.
1.2. Fe y Teología.
1.3. La Teología como ciencia.
1.4. Método propio de la teología: las fuentes teológicas.
1.5. Teología positiva y Teología especulativa.
1.6. Unidad de la teología y pluralidad de disciplinas teológicas.
1.7. La Teología y la misión de la Iglesia: inculturación de la fe y evangelización.
 
A) DESARROLLO
1.1. Definición y Objeto de la Teología.
a) Definición: el término Teología es de origen griego, y etimológicamente significa: tratado, ciencia de Dios. El término comienza a utilizarse por los cristianos a partir de Eusebio de Cesarea. A partir de entonces será entendido como la exposición metódica y estructurada de la Revelación.
La teología trata de comprender y ahondar en las verdades reveladas a la luz de la razón iluminada por la fe.
O mejor, la podríamos definir como: la ciencia en la que la razón del creyente, guiada por la fe teologal, se esfuerza en comprender mejor los misterios revelados en sí mismos y en sus consecuencias para la existencia humana.
b) El Objeto: el interés de la teología se centra en Dios y su actividad salvadora en Jesucristo. Es por definición una ciencia teocéntrica y trata a Dios bajo la razón de deidad. Pero la teología no busca una formulación de la verdad divina en sí misma, sino su exposición y desarrollo para los hombres.
La teología se diferencia de la teodicea, que es el conjunto de conocimientos que el hombre puede llegar a tener de Dios sin ayuda de la Revelación sobrenatural y se limita a estudiar la existencia, el ser y atributos divinos. La ciencia teológica estudia el ser de Dios, en la medida en que puede alcanzarlo. No olvida nunca que Dios es un misterio, no es un objeto del que se pueda dar información como de otros seres. Que la teología es la ciencia de Dios significa que todo se trata en ella principalmente desde el punto de vista divino. La distinción tradicional es la siguiente: 
1) Objeto material - Es la realidad de la que propiamente se ocupa la Teología. El objeto es Dios y todas las realidades por El creadas y gobernadas por su designio salvador. El objeto material primario o principal es Dios y el objeto secundario son todas las cosas creadas en cuanto ordenadas a Dios.
2) Objeto formal, indica el punto de vista. Uno es el objeto formal "quod": lo que es propio de Dios. "Deus sub ratione Deitatis" y el objeto formal "quo" designa la luz intelectual bajo la que el objeto es considerado. En este caso, la razón iluminada o guiada por la fe.
 

viernes, 10 de mayo de 2013

Feliz Día de las Madres

Un saludo muy especial a todas las madrecitas, empezando por la más amorosa de todas, aquella que estuvo desde el destierro hasta el pie de la cruz. Pongo un artículo muy aleccionador acerca de uno de los cuatro dogmas marianos.
 

María Madre de Dios

Theotokos quiere decir Madre de Dios en griego.
Los padres griegos aplicaron a María el título Theotokos (portadora de Dios) ya en el siglo III. Los concilios de Efeso y de Calcedonia defendieron este título. En Occidente, María fue venerada de forma similar como Dei Genitrix (Madre de Dios). En el antiguo canon romano es conmemorada como la "siempre virgen madre de Jesucristo nuestro Señor y Dios".
En palabras del papa Pablo VI, "el tiempo de navidad es una conmemoración prolongada de la maternidad divina, virginal y salvífica de aquella cuya virginidad inviolada dio el Salvador al mundo". La fiesta de la maternidad Divina es un resumen y una exaltación de este misterio. Tiene por finalidad "exaltar la singular dignidad que este misterio reporta a la santa Madre a través de la cual recibimos al Autor de la vida (Marialis cultus, 5).
Además de su función como "Portadora de Dios", está su maternidad espiritual respecto de la humanidad. Como Eva fue la "madre de todos los hombres" en el orden natural, María es madre de todos los hombres en el orden de la gracia. Al dar a luz a su primogénito, parió también espiritualmente a aquellos que pertenecerían a él, a los que serían incorporados a él y se convertirían así en miembros suyos. El es el "primogénito entre muchos hermanos", la Cabeza de la humanidad redimida, el representante de la humanidad que une todas las cosas en él.
 
El dogma: María es Madre de Dios
Antes vamos a definir lo que es un dogma
Una verdad que pertenece al campo de la fe o de la moral, que ha sido revelada por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles. Brevemente, “dogma” puede ser definido como una verdad revelada definidapor la Iglesia.
 
La definición dogmatica es como sigue
Concilio de Éfeso
En este concilio en el año 431 se definió solemnemente para que no hubiera duda alguna: "Si alguno que no confesare que Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y por lo tanto la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque pario según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema"
El Magisterio ha sostenido de manera unánime e ininterrumpida este dogma
"María sabe que el que lleva por nombre Jesús ha sido llamado por el Ángel Hijo del Altísimo (Luc 1:32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; ) María sabe que lo ha concebido y dado a luz "sin conocer varón", por obra del Espíritu Santo, con el poder del Altísimo, que ha extendido su sombra sobre Ella. (Luc 1,35) María sabe que el Hijo dado a luz virginalmente, es precisamente aquel "Santo", el "El Hijo de Dios", del que le ha hablado el Ángel (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n 17)

María es verdadera Madre, ya que ella fue participe activo de la formación de la naturaleza humana de Cristo, de la misma manera en la que todas las madres contribuyen a la formación del fruto de sus entrañas. María es verdadera Madre porque Jesús es verdadero Hombre.
Jesús no necesitaba a una madre para venir a salvar a los hombres, y aun así la tuvo.
Este sin duda es el mayor y principal dogma mariano, al aceptarlo se acepta que:
· María es verdadera Madre
· María es verdadera Madre de Dios.
Una manera muy simple y lógica de demostrar la Maternidad Divina
· El Verbo es eterno, siempre ha existido, y es Dios.
Juan 1,1.En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Por tanto el Verbo es una persona Divina, y Eterna.
· El Verbo, persona Divina y Eterna, es mandado por Dios Padre a ser concebido en el vientre de María y esto se logra por obra del Espíritu Santo.
Lucas 1,35.El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
· Al momento de tomar carne de María, El Verbo Eterno, persona Divina es igual que nosotros los hombres, excepto en el pecado.
Filipenses 2, 7.Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
Por tanto el Verbo Eterno, Dios por siempre, segunda persona de la Trinidad siempre tuvo la naturaleza Divina, y al momento de tomar carne sigue siendo la misma persona tomando una nueva naturaleza, la humana.
Siendo que las madres paren a personas no a naturalezas, María dio a luz a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Por tanto es válido decir que María es Madre de Dios.
Ella CONCICBIO y DIO a luz a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo, aunque no sobre la naturaleza Divina, sino en cuanto a la naturaleza humana.
 
Pero, como dirán los Solo Scripturistas: “¿En donde dice en la Biblia que María es Madre de Dios”?
Leamos estos versículos de Lucas 1
39.En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40.entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41.Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42.y exclamando con gran voz, dijo:«Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43.y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44. Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
Leemos que Isabel habiendo quedado llena del Espíritu Santo la saluda. Esto es relevante ya que no fue una obra humana, fue Dios mismo quien la guio para decir lo que dijo, Isabel bendice a Maria y después al bebe en su vientre, a continuación nos dice quien es aquel bebe:
Lucas 1, 43.y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
¿“Señor”?, ¿Se refería Isabel a Dios? Definitivamente, vayamos al griego para entender mejor que palabra uso para “Señor”
Lucas 1,43 καὶ πόθεν μοι τοῦτο ἵνα ἔλθῃ ἡ μήτηρ τοῦ κυρίου μου πρὸς ἐμέ;
Palabra Clave: κυρίου Kyrios
El diccionario Strong dice: amo, maestro, señor; El Señor
¿Como sabemos cuál es la acepción correcta usada aquí? Busquemos concordancias, ¿En donde más se usa esa palabra en la Biblia?
Hay concordancias en Mateo y otros pasajes, pero me gusta mas usar del mismo evangelista para evitar suspicacias, vayamos unos versículos anteriores
Lucas 1,38.Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
εἶπεν δὲ Μαριάμ· ἰδοὺ ἡ δούλη κυρίου· γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου. καὶ ἀπῆλθεν ἀπ' αὐτῆς ὁ ἄγγελος.
Ahí que cuando nos llaman blasfemos por llamar a María Madre de Dios, les podemos recordar que es Bíblico su titulo, salvo que Isabel hubiera sido blasfema también.
 
Un poco más de citas Bíblicas sobre la maternidad divina de María
Se usan equivalentes como Madre de Cristo, Madre de Jesús, Madre del Señor (Mt 1:18; Jn 19:25, Lc 1:43)

En el AT aparece María como la mujer que concibe, da a luz y es MADRE de Jesús

Llegada "la plenitud de los tiempos" (Gal 4:4) tiene lugar el cumplimiento de las profecías y por lo tanto se afirma su propia maternidad

Luc 1:31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.

Luc 1:35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.

Gal 4:4 ...envió Dios a su Hijo, nacido de mujer...
Rom 9:5 y Cristo es uno de ellos según la carne, el que como Dios está también por encima de todo..
Se desprende claramente que si uno y el mismo es el que fue engendrado por el Padre desde toda la eternidad y, en el tiempo, fue engendrado por la Virgen Madre, resulta que si ese es el Verbo de Dios, María es la Madre de Dios.

Lo que pertenece a Jesús, o se afirma de Él, pertenece a la Persona misma del Verbo, Hijo de Dios, o debe de ser afirmado de Ella; así lo hace el NT, por ejem Jn 1:14; Mt 1:22, Rom 1:3; 9:5, Gal 4:4
Historia y citas de los Padres de la Iglesia
Orígenes es a menudo citado como el primer autor que utilizó Madre de Dios para María aunque el texto en que se basa esta afirmación no puede ser cierto. El historiador Sozomeno dice (Hist. eccl. 7,32: EG 866) que Orígenes aplicó a María el título de Θεοτόκος. No se encuentra en los escritos que de ιl se conservan; pero esta ausencia no debe maravillarnos, dado el naufragio que sufrió la producción literaria de Orígenes. La escuela de Alejandría llevaba mucho tiempo usando este título para expresar la maternidad divina de María, cuando en la primera mitad del siglo y fue atacado por unos y defendido por otros en las controversias nestorianas, hasta que lo definió el concilio de Efeso (431).
Dionisio de Alejandría utiliza Madre de Dios en alrededor del 250, en una epístola a Pablo de Samosata.
Teodoreto escribió en 436 que llamar a la Virgen María, Madre de Dios es una tradición apostólica.
Clemente de Alejandria Siglo III. Concluye en su exegesis cristológico que Cristo es theanthropos (Dios-hombre); explica la communicatio idiomatum; María es Madre de Dios (conclusión de esta doctrina).
San Irineo: “Este Cristo, que como Logos del Padre estaba con el Padre fue dado a luz por una Virgen”
San Hipólito: “El Verbo descendió del cielo a la Santísima Virgen para que, encarnado en Ella y hecho hombre en todo menos en el pecado, salvara a Adán, que había perecido”
San Gregorio de Nacianceno: “Si alguno no reconoce a Santa María como Maria Madre de Dios, es que se halla separado de Dios”
San Bernardo: “El único nacimiento de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la dignidad de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere otro que el mismo Dios. Por esto el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza humaa, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para si, entre todas, una madre tal cual El sabia que había que serle conveniente y agradable”(Homilia sobre la Virgen Madre,2)
Usualmente no cito a Lutero, sin embargo en esta ocasión hare una excepción, ya que aun en su herejía, Martin Lutero el padre de la doctrina protestante dijo de María.
Maternidad Divina de María en los escritos de Lutero
God says... "Mary's Son is My only Son." Thus Mary is the Mother of God. (Ibid.).
God did not derive his divinity from Mary; but it does not follow that it is therefore wrong to say that God was born of Mary, that God is Mary's Son, and that Mary is God's mother...She is the true mother of God and bearer of God...Mary suckled God, rocked God to sleep, prepared broth and soup for God, etc. For God and man are one person, one Christ, one Son, one Jesus. not two Christs. . .just as your son is not two sons...even though he has two natures, body and soul, the body from you, the soul from God alone. (On the Councils and the Church, 1539).
Dios dice..”El Hijo de María es Mi único Hijo” Por tanto Maria es Madre de Dios (Ibid)
Dios no derivo su divinidad de María; pero eso quiere decir que haya algo erróneo en decir que Dios nació de María, que el Hijo de María es Dios, y que María es Madre de Dios…Ella es la verdadera Madre de Dios y portadora de Dios….María amamanto a Dios, meció hasta que durmió Dios, preparo caldos y sopa para Dios, etc. Para Dios y el hombre son una sola persona, un Cristo, un Hijo, un Jesús. No dos Cristos..tal como tu hijo no es dos hijos, aun cuando tuvo dos naturalezas, cuerpo y alma, el cuerpo de ti, el alma de Dios solo. (En Concilios y la Iglesia, 1539)
“Todos los loores se compendian en una palabra: cuando es llamada Madre de Dios. Nadie puede decir de ella cosa más grande, aunque tenga más lenguas que hojas y hierbas hay en el bosque, estrellas en el cielo y arenas en el mar. Todo lo atribuye ella a la gracia de Dios y no a sus méritos, aun siendo libre de pecado”
García-Villoslada. Martín Lutero. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1973. pag. 18
 
fuente: catolicosfirmesensufe.org