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lunes, 11 de noviembre de 2013

Nota de Duelo

Domenico Cardinale Bartolucci
1917 - 2013

Descansa en paz siervo bueno y fiel...

Requiem aeternam dona ei, Domine.
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace.
 
Interesante entrevista al cardenal Bartolucci en el 2009 traducción de la buhardilla de jerónimo

lunes, 4 de noviembre de 2013

Secuencia de la misa Pro defunctis

Esta hermosa secuencia se canta en latín en el día que se conmemoran a los fieles difuntos, hermoso poema que nos hace pensar en el futuro y como debemos aprovechar de mejor manera el tiempo que tenemos. Gracias Señor por tu misericordia y tu justicia.


Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla !
Quantus tremor est futurus,
quando iudex est venturus,
cuncta stricte discussurus !
Tuba mirum spargens sonum
per sepulcra regionum,
coget omnes ante thronum.
Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
iudicanti responsura.
Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde Mundus iudicetur.
Iudex ergo cum sedebit,
quidquid latet apparebit,
nihil inultum remanebit.
Quid sum miser tunc dicturus ?
Quem patronum rogaturus,
cum vix iustus sit securus ?
Rex tremendæ maiestatis,
qui salvandos salvas gratis,
salva me, fons pietatis.
Recordare, Iesu pie,
quod sum causa tuæ viæ ;
ne me perdas illa die.
Quærens me, sedisti lassus,
redemisti crucem passus,
tantus labor non sit cassus.
Iuste Iudex ultionis,
donum fac remissionis
ante diem rationis.
Ingemisco, tamquam reus,
culpa rubet vultus meus,
supplicanti parce Deus.
Qui Mariam absolvisti,
et latronem exaudisti,
mihi quoque spem dedisti.
Preces meæ non sunt dignæ,
sed tu bonus fac benigne,
ne perenni cremer igne.
Inter oves locum præsta,
et ab hædis me sequestra,
statuens in parte dextra.
Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.
Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
iudicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Pie Iesu Domine,
dona eis requiem. Amen.

Día de la ira, aquel día
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!
La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos ante el trono.
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite la criatura
para que responda ante su juez.
Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.
Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando apenas el justo esté seguro?
Rey de tremenda majestad
tú que, salvas gratuitamente a los que hay que salvar,
sálvame, fuente de piedad.
Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.
Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.
Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.
Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, Señor, a este suplicante.
Tú, que absolviste a Magdalena
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.
Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.
Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.
Confundidos los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.
Día de lágrimas será aquel renombrado día
en que resucitará, del polvo
para el juicio, el hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.
Señor de piedad, Jesús,
concédeles el descanso. Amén.

martes, 8 de octubre de 2013

Oraciones para asistir a la Santa Misa

Muchas personas creen erróneamente que si  no saben latín, no pueden participar de la Misa, (se sobreentiende el rito tradicional) o no les va a aprovechar como quisieran. ¡Qué lejos de la verdad! Aquí unas oraciones para seguir la Misa y aprovechar devotamente y lo mejor posible el Santo Sacrificio y apartar para sí la mayor cantidad de gracias y bendiciones posibles.
 
Principio de la Misa.
   En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.   Amén.
   En vuestro santo nombre, oh adorable Trinidad, para rendiros el culto, adoración y honra que Os son debidos, asisto a este santo y augusto Sacrificio.
   Permitidme, divino Salvador, que una mi intención a la del ministro de vuestro altar para que pueda ofrecer la preciosa Víctima de mi salud, y dadme los sentimientos de que hubiera debido estar poseído en el Calvario, si hubiera asistido al Sacrificio sangriento de vuestra Pasión y de vuestra Muerte.
Confíteor.
     Lleno de rubor delante de Vos me acuso, Dios mío, de todos los pecados que he cometido.   Yo los detesto en presencia de María, la más pura de todas las Vírgenes, y la más Santa de todos los Santos, y la más glorificada entre todos los bienaventurados del Cielo: porque he pecado con pensamientos, palabras, acciones y omisiones, por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.   Por lo cual ruego a la Santísima Virgen y a todos los Santos se dignen interceder por mí.
   Señor, escuchad favorablemente mi súplica y concededme la indulgencia y el perdón de todos mis pecados.
Kyrie, eléison.
   Divino Creador de nuestras almas, no desechéis la obra de vuestras manos.   Padre misericordioso, tened compasión de vuestros hijos.
   Autor de nuestra salud, sacrificado por nuestro amor, aplicadnos los méritos de vuestra muerte y de vuestra preciosa Sangre.
   ¡Amable Salvador, dulce Jesús, compadeceos de nuestras miserias, perdonad nuestras iniquidades!
 
Gloria in excélsis.
  Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.   Señor, os alabamos, os bendecimos, os adoramos, os glorificamos, y os damos gracias.
   Señor Dios, Rey de lo Cielos, Dios Padre omnipotente; Señor, Hijo unigénito Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, que borráis los pecados del mundo, tened piedad de nosotros; Vos que quitáis los pecados del mundo, recibid benignamente nuestras súplicas: Vos que estáis sentado a la diestra de Dios Padre, tened misericordia de nosotros porque Vos solo sois Santo.   Solo vos sois Señor, solo Vos Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre.   Amén.
 
Oración.
 
   Concedednos, Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos, que nosotros honramos, todas las gracias que vuestro ministro os pide para él y para nosotros.   Uniéndome a él, os dirijo la misma súplica por todos aquellos por quienes estoy obligado a pedir, para que a ellos y a mí nos concedáis todos los auxilios que Vos sabéis nos son necesarios, a fin de obtener la vida eterna, en el nombre de Jesucristo.   Amén.
Epístola.
  Mi Dios, Vos me habéis llamado al conocimiento de vuestra santa ley, prefiriéndome a tantos pueblos y naciones que viven en la ignorancia de vuestros sagrados misterios.   Yo acepto con todo mi corazón esta divina ley y escucho con respeto los sagrados oráculos que habéis pronunciado por boca de vuestros Profetas.   Yo los venero con toda la sumisión que es debida a la palabra de un Dios, y miro como inefable dicha el cumplimiento de todos ellos y me someto a los mismos con toda la alegría de mi corazón.
   ¡Que no posea yo, oh Dios mío, un corazón semejante al de vuestros Santos de la antigua Alianza! ¡Que no pueda yo suspirar hacia Vos con el ardor de los Patriarcas y conoceros y reverenciaros como los Profetas, amaros y unirme únicamente a Vos como los Apóstoles!
Evangelio.
   Ya no son, ¡oh mi Dios! Los Profetas ni los Apóstoles, quienes van a instruirme de mis obligaciones.   Es la palabra de vuestro Hijo único, que voy a oír.   Mas ¡ah! ¿de qué me servirá haber creído en vuestra palabra, Señor Jesús, si no obro conforme a mi fe? ¿De qué me servirá, cuando me presente delante de Vos, el haber profesado esta fe, sin el mérito de la caridad y de las buenas obras?
   Yo creo y vivo como si no creyera o cual si creyera en un evangelio contrario al vuestro.   No me juzguéis, oh Dios mío, sobre esta perpetua oposición que existe entre vuestras máximas y mi desdichada conducta.   Yo creo: inspiradme valor y energía para practicar lo mismo que creo.   Todo sea para vuestra gloria.
Credo.
Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, que creó el Cielo y la tierra y todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor nuestro, Jesucristo, Hijo único del Padre, antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, verdadero Dios de Dios verdadero; que no fue hecho sino engendrado; que es una misma sustancia con el Padre, y por quien todas las cosas han sido  hechas; que bajó de los Cielos para nuestra salvación; que habiendo tomado carne de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, fue hecho hombre; que fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato; que padeció, murió y fue puesto en el sepulcro; que resucitó al tercer día según las Escrituras; que subió al Cielo; que está sentado a la diestra del Padre; que vendrá de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos, y que su reino no tendrá fin.
   Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dios vivificante, que procede del Padre y del Hijo; que es adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo, y que habló por los Profetas.
   Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.
   Confieso un bautismo para la remisión de los pecados; espero la resurrección de los muertos y la vida eterna.   Amén.
Ofertorio.
   Padre eterno e infinitamente Santo, Dios todopoderoso, por indigno que sea yo de comparecer delante de Vos, me atrevo a presentaros esta Hostia por las manos del Sacerdote, con la intención que tuvo Jesucristo mi Salvador, cuando instituyó este Sacrificio y que aun tiene en este momento en que se sacrifica en este altar por mi amor.
   Yo os ofrezco esta Hostia para reconocer vuestro soberano dominio sobre todas las criaturas; os la ofrezco en expiación de mis pecados y en acción de gracias por los beneficios de que me habéis colmado.
   Yo os ofrezco, por fin, Dios mío, este augusto Sacrificio, al objeto de obtener de vuestra infinita bondad, para mí, para mi familia, para mis parientes, para mis bienhechores, mis amigos y enemigos, aquella preciosa e inestimable gracia, que no puede sernos concedida, sino por los méritos de aquél que es Justo por excelencia, y que se hizo Víctima de propiciación por todos los hombres.
   Mas ofreciéndoos esta adorable Víctima, os encomiendo ¡oh Dios mío! A toda la Iglesia católica, a nuestro Santísimo Padre, a nuestro Obispo diocesano, a los que nos gobiernan, y a todos los pueblos de la tierra, que en vos creen, o que pertenecen al gremio de la Santa Iglesia católica.
   Señor, acordaos también de los fieles difuntos, y por consideración a los méritos de vuestro amadísimo Hijo, dadles lugar de refrigerio, de luz y de paz.
   No olvidéis, Dios mío, a vuestros enemigos y los míos: tened piedad de todos los infieles, de los herejes y de todos los pecadores: colmad de bendiciones, os lo pido sinceramente, Dios mío, a aquellos que me persiguen, y perdonadme mis pecados, como yo les perdono de todo corazón, todo el daño que me quisieran ocasionar.   Amén.
Prefacio.
  Este es el feliz momento en que el Rey de los Ángeles y Señor de los Querubines va a presentarse.   Redentor mío, llenad mi pecho de vuestro espíritu, para que mi corazón, desarraigado de la tierra, no piense en otra cosa más que Vos solo.
   ¡Cuánta es mi obligación de alabaros y bendeciros en todo tiempo y en todo lugar, Dios de los Cielos y de la tierra, Señor y Padre infinitamente grande, omnipotente y eterno!
   Nada más justo, ni más provechoso para nosotros, que unirnos a Jesucristo para adoraros continuamente.   Por El todos los espíritus bienaventurados rinden sus alabanzas y adoraciones a vuestra Majestad, y por El todas las virtudes del Cielo, sobrecogidas de respetuosa admiración se unen para glorificaros.   Permitid, oh Señor, que nosotros juntemos nuestras lenguas a las de aquellas sagradas inteligencias, y que, tomando parte en los conciertos celestiales, digamos:
 
Sanctus.
  Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos.   Todo el universo está lleno de su gloria.
   Bendíganle los bienaventurados en el cielo.   Bendito sea el que viene a la tierra, Dios y Señor, como el que le envía.
 
Canon de la Santa Misa.
  Os pedimos encarecidamente en el nombre de Jesucristo vuestro Hijo, ¡oh Padre infinitamente misericordioso! Que tengáis por agradable y bendigáis la ofrenda que Os presentamos, a fin de que Os dignéis conservar, defender y gobernar vuestra santa Iglesia católica con todos los miembros que la componen, el Papa, nuestro Obispo, nuestro Soberano (o nuestro Presidente) y gobernantes, y generalmente todos aquellos que profesan vuestra santa fe.
   Os encomendamos en particular, oh Señor, a aquellos por quienes la justicia, la caridad y el reconocimiento nos imponen el deber de rezar por los mismos; a todos los que estén presentes a este adorable Sacrificio, y singularmente, a N. N.; y finalmente, oh gran Dios, para que nuestros cultos Os sean más agradables, nos unimos a la gloriosísima Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo; a todos los bienaventurados Mártires, y a todos los Santos y Santas del Paraíso celestial y a los Ángeles que rodean el augusto trono de vuestra gloria.
   ¡Venid, Señor Jesús! ¡venid amable Reparador del mundo! A consumar un  misterio que es el compendio de los milagros.   Ya viene el Cordero de Dios, ved ahí a la adorable Víctima, por quien todos los pecados del mundo son borrados.
Elevación.
   Oh Verbo encarnado, divino Jesús, verdadero Dios y  verdadero Hombre: yo creo que estáis aquí presente, Yo Os adoro con humildad profunda, yo Os amo con todo mi corazón y como Vos Os presentáis aquí inmolado por mi amor, yo me consagro enteramente al vuestro.
   Yo adoro esta preciosa Sangre que habéis derramado por todos los hombres, y espero, oh Dios mío, que no la habréis vertido inútilmente por mí: hacedme la merced de que se me apliquen los méritos de esta divina Sangre, tan preciosa que una sola gota vale más que cielos y mundos infinitos.
   Yo os ofrezco la mía, oh Jesús, refugio nuestro, en reconocimiento de aquella infinita caridad que habéis mostrado al verter la vuestra por mi amor.
Continúa el Canon.
  ¿Cuál sería, pues, en adelante, mi maldad y mi ingratitud, si después de haber visto lo que estoy contemplando, volviera a ofenderos?   No, Dios mío, no olvidaré jamás lo que Vos me presentáis en esta augusta ceremonia: los sentimientos de vuestra pasión, la gloria de vuestra resurrección; vuestro Cuerpo todo despedazado por amor a los hombres y vuestra Sangre derramada por nosotros, realmente están presentes en este altar.
   En este precioso momento, oh eterna Majestad, os ofrecemos, por vuestra gracia, verdadera y propiamente la Víctima pura, Santa y sin mancilla que plugo a vuestra inefable bondad regalarnos, y de la cual todas las antiguas víctimas no eran sino figuras.   Sí, gran Dios, podemos con verdad decir que éste es un Sacrificio infinitamente superior al de Abel, de Abraham, de Melquísedec, refiriéndome a la augusta Víctima de vuestro Hijo, objeto de vuestras eternas y especiales complacencias.
   Concedednos, oh Dios mío, que todos los que con la boca o con el corazón participan de esta sagrada Víctima, salgan de este lugar, inflamados y colmados de divinas bendiciones, las cuales se extiendan a las almas de los fieles que murieron en el ósculo del Señor y comunión con la Iglesia, y particularmente de (aquí el nombre por quien se aplica).  Concédeles, Señor, por los méritos de este sacrificio, el término completo de sus penas.
   Dignaos concedernos algún día esta gracia también a nosotros, Padre infinitamente bueno, y hacednos entrar en la amorosa y eterna compañía de los Santos Apóstoles, de los Santos Mártires y de todos los demás bienaventurados, a fin de que con ellos podamos amaros y glorificaros eternamente.
Pater Noster.
   ¡Qué feliz soy soy, oh Dios mío, en teneros por Padre!
   ¡Cuánta es mi dicha al pensar que el Cielo, en que Vos estáis sentado, ha de ser un día mi morada;  que mi alma ha de remontarse sobre este universo, sobre esta bóveda estrellada!
   Glorificado sea vuestro santo nombre por toda la tierra.   Reinad por completo sobre todos los corazones y sobre todas las voluntades.   Conceded a vuestros hijos el alimento del espíritu y del cuerpo.   Nosotros perdonamos de corazón a nuestro enemigos: perdonadnos también, Dios mío; sostenednos en las tentaciones y en los males de esta miserable vida, preservadnos del pecado, el mayor de todos los males.   Amén.
Agnus Dei.
  Cordero de Dios, sacrificado por mí, tened piedad de mí; Víctima adorable de mi redención, salvadme; divino Mediador, obtenedme de vuestro eterno Padre la gracia; dadme vuestra paz amorosa y santa, aquella paz que el mundo no conoce.
Comunión.
   ¡Cuán dulce me sería, amable Salvador, ser contado en el número de aquellos dichosos cristianos, a quienes la pureza de conciencia y una tierna devoción permiten acercarse todos los días a la Mesa de los Ángeles.
   ¡Qué ventaja para mí si yo pudiera en este momento poseeros en mi corazón, rendiros fervorosos obsequios, exponeros mis necesidades y participar de las gracias que concedéis a aquellos que realmente os reciben!   Mas ya que soy tan indigno, suplid, oh Dios mío, la indisposición de mi alma; perdonadme todos mis pecados, yo los detesto porque os desagradan; recibid el sincero anhelo que tengo de unirme a Vos.   Purificadme con vuestra presencia y ponedme en estado de recibiros, hasta que llegue ese feliz día en que espero poseer a mi Dios sacramentado: Os pido encarecidamente, Señor, que me hagáis participante de los frutos que la comunión del Sacerdote debe producir en todo el pueblo fiel, que está aquí presente.   Aumentad mi fe por la virtud inefable de este divino Sacramento, fortificad mi esperanza, acrisolad en mí la caridad, llenad mi corazón de vuestro amor, a fin de que no respire más que a Vos, y no viva más que por Vos.
Ultimas Oraciones.
   Acabáis, oh Dios mío, de sacrificaros por mi salud; yo quiero sacrificarme por vuestra gloria.   Soy vuestra víctima, no me desechéis.   Acepto con todo mi corazón los trabajos que os pluguiere enviarme; los cuales recibo de vuestra mano amorosa, y por ellos os bendigo y glorifico.
   He asistido, Dios de amor, a vuestro divino Sacrificio.
   Vos me habéis colmado de favores, yo huiré con horror de las más insignificantes manchas del pecado, sobre todo de  aquel a que mi inclinación me arrastra con más insistencia.   Yo prometo ser fiel a vuestra ley; estando resuelto a perderlo todo, y a padecer todos los males, antes que quebrantarla.
Bendición.
  Bendecid, ¡Dios mío! Estas santas resoluciones; bendecidnos a todos por mano de vuestro ministro, concediéndonos que los efectos de vuestra bendición queden eternamente en nuestras almas.   En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.   Así sea.
Último Evangelio.
   Verbo divino, Hijo único del Padre, luz del mundo que bajasteis del Cielo para mostrarnos y enseñarnos la senda del Paraíso; no permitáis que yo me parezca a aquel pueblo infiel, que no quiso reconoceros por el divino Mesías: no consintáis que yo caiga en la terrible ceguedad de aquellos infelices que prefieren ser esclavos de Satanás, antes que tener parte de la gloriosa adopción de hijos de Dios, que Vos vinisteis a procurarles.
   Verbo hecho carne, yo os adoro con el más profundo respeto y pongo mi confianza en Vos solo, esperando firmemente que pues Vos sois mi vida, mi salud y mi Dios, y un Dios que se hizo hombre para salvarnos, me concederéis las gracias necesarias para santificarme, a fin de que logre poseeros en el Cielo.    Amén.
Oraciones.
  (Prescritas por S. S. León XIII, para que las recen de rodillas al acabar la Misa el celebrante y los fieles).
   El sacerdote dirá tres veces con el pueblo, el Ave María, y luego Dios te salve, Reina, etc.
   P. Ruega por nos, Santa Madre de Dios.
   R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos.
   Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, mirad propicio al pueblo que clama a Vos; y por la intercesión de la gloriosa e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, del bienaventurado San José, su esposo, de los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo, y de todos los Santos, escuchad misericordioso y benigno estas súplicas que os hacemos por la conversión de los pecadores, por la libertad y exaltación de la Santa Madre Iglesia.   Por Jesucristo Nuestro Señor.   Amén.
   Oh Arcángel San Miguel, defiéndenos en el combate, sé nuestro amparo contra la malicia y las asechanzas del demonio.  Pedimos humildemente que el Señor le reprima con su poder; y tú, ¡oh Príncipe de la milicia celestial! arroja en el infierno con el poder de Dios a Satanás y a los otros espíritus malignos, que andan por el mundo para la perdición de las almas.   Amén.

   Se dice tres veces:
   Corazón sacratísimo de Jesús.   Tened piedad de nosotros

fuente: Instrucción Religiosa, Pbro. Galo Moret (1931)

lunes, 23 de septiembre de 2013

San Pío de Pietrelcina

En 1974 se publicó una obra en italiano, titulada «Cosí parlò Padre Pio»: «Así habló el Padre Pio» (San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia), con el imprimatur de Mons. Fanton, obispo auxiliar de Vincencia.
En este presente trabajo sacamos algunos pasajes en los que el Padre Pío hablaba de la Santa Misa:

Padre, ¿ama el Señor el Sacrificio?
Sí, porque con él regenera el mundo.

¿Cuánta gloria le da la Misa a Dios?
Una gloria infinita.

¿Qué debemos hacer durante la Santa Misa?
Compadecernos y amar.

Padre, ¿cómo debemos asistir a la Santa Misa?
Como asistieron la Santísima Virgen y las piadosas mujeres. Como asistió San Juan al Sacrificio Eucarístico y al Sacrificio cruento de la Cruz.

Padre, ¿qué beneficios recibimos al asistir a la Santa Misa?
No se pueden contar. Los veréis en el Paraíso. Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.

Padre, ¿qué es su Misa?
Una unión sagrada con la Pasión de Jesús. Mi responsabilidad es única en el mundo -decía llorando.

¿Qué tengo que descubrir en su Santa Misa?
Todo el Calvario.

Padre, dígame todo lo que sufre Vd. durante la Santa Misa.
Sufro todo lo que Jesús sufrió en su Pasión, aunque sin proporción, sólo en cuanto lo puede hacer una creatura humana. Y esto, a pesar de cada uno de mis faltas y por su sola bondad.

Padre, durante el Sacrificio Divino, ¿carga Vd. nuestros pecados?
No puedo dejar de hacerlo, puesto que es una parte del Santo Sacrificio.

¿El Señor le considera a Vd. como un pecador?
No lo sé, pero me temo que así es.

Yo lo he visto temblar a Vd. cuando sube las gradas del Altar. ¿Por qué? ¿Por lo que tiene que sufrir?
No por lo que tengo que sufrir, sino por lo que tengo que ofrecer.

¿En qué momento de la Misa sufre Vd. más?
En la Consagración y en la Comunión.

Padre, esta mañana en la Misa, al leer la historia de Esaú, que vendió su primogenitura, sus ojos se llenaron de lágrimas.
¡Te parece poco, despreciar los dones de Dios!

¿Por qué, al leer el Evangelio, lloró cuando leyó esas palabras: «Quien come mi carne y bebe mi sangre»...?
Llora conmigo de ternura.

Padre, ¿por qué llora Vd. casi siempre cuando lee el Evangelio en la Misa?

Nos parece que no tiene importancia el que un Dios le hable a sus creaturas y que ellas lo contradigan y que continuamente lo ofendan con su ingratitud e incredulidad.

Su Misa, Padre, ¿es un sacrificio cruento?
¡Hereje!

Perdón, Padre, quise decir que en la Misa el Sacrificio de Jesús no es cruento, pero que la participación de Vd. a toda la Pasión si lo es. ¿Me equivoco?

Pues no, en eso no te equivocas. Creo que seguramente tienes razón.

¿Quién le limpia la sangre durante la Santa Misa?
Nadie.

Padre, ¿por qué llora en el Ofertorio?
¿Quieres saber el secreto? Pues bien: porque es el momento en que el alma se separa de las cosas profanas.

Durante su Misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.
Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos y amenazas? Había un alboroto enorme.

¿No le distraen los ruidos?
Para nada.

Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?
No seas malo... (no quiero que me preguntes eso...).

Padre, ¡dígamelo! ¿Por qué sufre tanto en la Consagración?
Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.

Padre, ¿por qué llora en el Altar y qué significan las palabras que dice Vd. en la Elevación? Se lo pregunto por curiosidad, pero también porque quiero repetirlas con Vd.
Los secretos de Rey supremo no pueden revelarse sin profanarlos. Me preguntas por qué lloro, pero yo no quisiera derramar esas pobres lagrimitas sino torrentes de ellas. ¿No meditas en este grandioso misterio?

Padre, ¿sufre Vd. durante la Misa la amargura de la hiel?
Sí, muy a menudo...

Padre, ¿cómo puede estarse de pie en el Altar?
Como estaba Jesús en la Cruz.

En el Altar, ¿está Vd. clavado en la Cruz como Jesús en el Calvario?
¿Y aún me lo preguntas?

¿Cómo se halla Vd.?
Como Jesús en el Calvario.

Padre, los verdugos acostaron la Cruz de Jesús para hundirle los clavos?
Evidentemente.

¿A Vd. también se los clavan?
¡Y de qué manera!

¿También acuestan la Cruz para Vd.?
Sí, pero no hay que tener miedo.

Padre, durante la Misa, ¿dice Vd. las siete palabras que Jesús dijo en la Cruz?
Sí, indignamente, pero también yo las digo.

Y ¿a quién le dice: «Mujer, he aquí a tu hijo»?
Se lo digo a Ella: He aquí a los hijos de Tu Hijo.

¿Sufre Vd. la sed y el abandono de Jesús?
Sí.

¿En qué momento?
Después de la Consagración.

¿Hasta qué momento?
Suele ser hasta la Comunión.

Vd. ha dicho que le avergüenza decir: «Busqué quien me consolase y no lo hallé». ¿Por qué?
Porque nuestro sufrimiento, de verdaderos culpables, no es nada en comparación del de Jesús.

¿Ante quién siente vergüenza?
Ante Dios y mi conciencia.

Los Ángeles del Señor ¿lo reconfortan en el Altar en el que se inmola Vd.?
Pues... no lo siento.

Si el consuelo no llega hasta su alma durante el Santo Sacrificio y Vd. sufre, como Jesús, el abandono total, nuestra presencia no sirve de nada.
La utilidad es para vosotros. ¿Acaso fue inútil la presencia de la Virgen Dolorosa, de San Juan y de las piadosas mujeres a los pies de Jesús agonizante?

¿Qué es la sagrada Comunión?
Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente.

Cuando viene Jesús, ¿visita solamente el alma?
El ser entero.

¿Qué hace Jesús en la Comunión?
Se deleita en su creatura.

Cuando se une a Jesús en la Santa Comunión, ¿qué quiere que le pidamos al Señor por Vd.?
Que sea otro Jesús, todo Jesús y siempre Jesús.

¿Sufre Vd. también en la Comunión?
Es el punto culminante.

Después de la Comunión, ¿continúan sus sufrimientos?
Sí, pero son sufrimientos de amor.

¿A quién se dirigió la última mirada de Jesús agonizante?
A su Madre.

Y Vd., ¿a quién mira?
A mis hermanos de exilio.

¿Muere Vd. en la Santa Misa?
Místicamente, en la Sagrada Comunión.

¿Es por exceso de amor o de dolor?
Por ambas cosas, pero más por amor.

Si Vd. muere en la Comunión ¿ya no está en el Altar? ¿Por qué?
Jesús muerto, seguía estando en el Calvario.

Padre, Vd. a dicho que la víctima muere en la Comunión. ¿Lo ponen a Vd. en los brazos de Nuestra Señora?
En los de San Francisco.

Padre, ¿Jesús desclava los brazos de la Cruz para descansar en Vd.?
¡Soy yo quien descansa en El!

¿Cuánto ama a Jesús?
Mi deseo es infinito, pero la verdad es que, por desgracia, tengo que decir que nada, y me da mucha pena.

Padre, ¿por qué llora Vd. al pronunciar la última frase del Evangelio de San Juan: «Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»?
¿Te parece poco? Si los Apóstoles, con sus ojos de carne, han visto esa gloria, ¿cómo será la que veremos en el Hijo de Dios, en Jesús, cuando se manifieste en el Cielo?

¿Qué unión tendremos entonces con Jesús?
La Eucaristía nos da una idea.

¿Asiste la Santísima Virgen a su Misa?
¿Crees que la Mamá no se interesa por su hijo?

¿Y los ángeles?
En multitudes.

¿Qué hacen?
Adoran y aman.

Padre, ¿quién está más cerca de su Altar?
Todo el Paraíso.

¿Le gustaría decir más de una Misa cada día?
Si yo pudiese, no querría bajar nunca del Altar.

Me ha dicho que Vd. trae consigo su propio Altar...
Sí, porque se realizan estas palabras del Apóstol: «Llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gal. 6, 17), «estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19) y «castigo mi cuerpo y lo esclavizo» (I Cor. 9, 27).

¡En ese caso, no me equivoco cuando digo que estoy viendo a Jesús Crucificado!
(No contesta).

Padre, ¿se acuerda Vd. de mí durante la Santa Misa?
Durante toda la Misa, desde el principio al fin, me acuerdo de tí.

La Misa del Padre Pío en sus primeros años duraba más de dos horas. Siempre fue un éxtasis de amor y de dolor. Su rostro se veía enteramente concentrado en Dios y lleno de lágrimas. Un día, al confesarme, le pregunté sobre este gran misterio:

Padre, quiero hacerle una pregunta.
Dime, hijo.

Padre, quisiera preguntarle qué es la Misa.
¿Por qué me preguntas eso?

Para oírla mejor, Padre.
Hijo, te puedo decir lo que es mi Misa.

Pues eso es lo que quiero saber, Padre.
Hijo mío, estamos siempre en la cruz y la Misa es una continua agonía.
 
fuente: statveritas.com.ar

martes, 17 de septiembre de 2013

Témporas de septiembre

Ya pasó la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, ahora nos vienen las témporas. Ya no es un ayuno obligatorio, pero no está demás ofrecerle una primicia a nuestro Creador, atrayendo sus gracias y bendiciones en esta estación otoñal. Una breve explicación de las témporas.
 
Cuatro Témporas
Cuatro témporas (corrupción del latín Quatuor Tempora, cuatro veces) son los días al comienzo de las estaciones ordenados por la Iglesia como días de ayuno y abstinencia. Ellos fueron ordenados definitivamente y prescritos para toda la Iglesia por el Papa Gregorio VII (1073-1085) para los miércoles, viernes y sábados después del 13 de diciembre (Santa Lucía), después del Miércoles de Cenizas, después de Pentecostés y después del 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cruz). El propósito de su introducción, además del de todo ayuno y oración, era dar gracias a Dios por los regalos de la naturaleza, enseñar a los hombres a usarlos con moderación y ayudar a los necesitados. La ocasión inmediata fue la práctica de los paganos de Roma. Los romanos eran originalmente entregados a la agricultura, y sus dioses nativos pertenecían a la misma clase. Al comienzo del tiempo de la siembra y de la cosecha, se realizaban ceremonias religiosas para implorar la ayuda de sus deidades: en junio para una cosecha abundante, en septiembre para una rica vendimia, y en diciembre para la siembra; de ahí sus feriae sementivae, feriae messis, y feri vindimiales.
La Iglesia, al convertir naciones paganas, ha tratado siempre de santificar cualesquier prácticas que puedan ser utilizadas para un buen propósito. Al principio la Iglesia en Roma tenía ayunos en junio, septiembre y diciembre, los días fijos no estaban establecidos, pero eran anunciados por los sacerdotes. El Liber Pontificalis le atribuye al Papa Calixto (217-222) una ley ordenando el ayuno, pero probablemente es más antigua. León el Grande (440-461) la considera una institución apostólica. No se puede asegurar cuándo fue añadida la cuarta estación, pero Gelasio (492-496) habla de las cuatro. El Papa también permitió el conferir el sacerdocio y diaconato en los sábados de las cuatro témporas---éstos anteriormente se concedían sólo en Pascua. Antes de Gelasio las cuatro témporas eran conocidas sólo en Roma, pero después de él se extendió su observancia. Fueron traídas a Inglaterra por San Agustín; a Galia y Alemania por los carlovingios. España las adoptó con la liturgia romana en el siglo XI. Fueron introducidas a Milán por San Carlos Borromeo. La Iglesia Oriental no las conoce. El Misal romano actual, en el formulario para las cuatro témporas, retiene en parte la vieja práctica de enseñanzas de las Sagradas Escrituras en adición a las dos ordinarias: tres para los miércoles, seis para los sábados y siete para los sábados de diciembre. Algunas de estas lecciones contienen promesas de una cosecha abundante para los que sirven a Dios.
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

La teoría del embudo

Bien dice la Escritura: "hipócrita, quítate la viga que tienes en tu ojo y podrás ver para quitar la mota del ojo de tu hermano..." Estamos viviendo las verdaderas épocas oscuras, no las de la Edad Media, eso no fue oscurantismo. Lo de ahora es lo que da miedo. Los encargados de impartir justicia dentro de la Iglesia aplican la teoría del embudo: para unos ancho (anchísimo diría yo) y para otros angosto (o milimétrico en algunos casos). A los Franciscanos de la Inmaculada ni un ápice, pero a las vedrunas españolas, se les permite todo, y literalmente TODO. Hasta no creer en la verdadera doctrina católica.
http://www.vedruna.org/ver_documento.asp?index=true&pag=79&idactividad=3615&lugar=noticias
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No se si eso es Misa, pero ellas si son monjas... carmelitas vedrunas
 
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En el enlace dicen que esto es "Eucaristía final" vayan Uds. a saber que quieren decir con eso.
 
¿Dónde están sus excelencias Braz de Avís y Carballo para intervenir esta congregación? Ah! ya me acordé. Están ocupados quitándole la Misa tradicional a los FF de la Inmaculada.
 
 
 
 
Monjas Clarisas de la Inmaculada, rama femenina de los FF de la Inmaculada

lunes, 2 de septiembre de 2013

Solemnidad de San Pío X

Ayer domingo 1 de septiembre se celebró, con misa cantada, la solemnidad de San Pío X (3 de septiembre) en la capilla Santa María de la Asunción, ciudad de Guatemala. Ofició la misa el Pbro. Arnaud Gardere prior, y al final hubo bendición con el Santísimo Sacramento.



Sancte Pie X gloriosae patronae, ora pro nobis
 
 
 
 

 
DEOM: ofrezco disculpas por no subir fotos de la misa, no las tomo para no interrumpir la liturgia, el ángulo de las fotos es el mismo, porque ese me permite tomarlas sin interferir en la ceremonia. 

lunes, 19 de agosto de 2013

Adoración al Santísimo

La ciudad de Guatemala fue trasladada al valle de la Ermita o de la Virgen en enero de 1776, y rebautizada con el nombre de Nueva Guatemala de la Asunción. Por lo que el 15 de agosto es su fiesta patronal. En la capilla Santa María de la Asunción (fsspx) se celebró con gran pompa y recogimiento esta solemnidad. La misa fue oficiada por el pbro. Michel Boniface y hubo bendición del Santísimo al final de la misma.
 

martes, 13 de agosto de 2013

Para tener paz en el alma

Vivimos en una época descristianizada, hasta los mismos católicos llegan a vivir como paganos. El mundo se derrumba en una hecatombe de desesperanza, perversión, consumismo, violencia, llegamos a vivir la ley del más fuerte, cual animales irracionales. El mensaje de la caridad pareciera que no cala en nuestros corazones, el bombardeo de las estructuras tradicionales son celebradas como triunfo de la liberalidad. El panorama se ve oscuro y nuestra mayor preocupación, para los que aún nos aferramos a la doctrina católica, es ¿qué quedará para nuestros hijos?
¡Oh! rayo de esperanza, luz indeficiente, apareces como un hilo de plata para convertirte en un potente resplandor de la Gloria Celeste.  El sacrificio único y eterno del Unigénito nos alimenta y da esperanza en que el Amor paráclito soplará sobre los hijos de tu Iglesia y nuevamente todos tendrán la oportunidad de probar la antesala del Cielo en la Tierra.

Fotos de una misa del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote en Italia.
 
fuente: www.icrsp.org

jueves, 9 de mayo de 2013

Solemnidad de la Asensión de Nuestro Señor Jesucristo


Concede, quaesumus, omnípotens Deus: ut, qui hodiérna die Unigénitum tuum Redemptórem nostrum ad cælos ascendísse crédimus, ipsi quoque mente in cæléstibus habitémus. 
Per eúndem Dóminum...
Oración colecta de la misa de la Ascención
 
Salmo 23
 
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
Él la fundó sobre los mares,
Él la fundó sobre los ríos.
 
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
 
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
 
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
 
¿Quién es ese rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
 
¡Portones!, alzad los dinteles.
levantaos puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
 
¡Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Un sueño con el que me identifico...

Este búho sueña con el día en que la guitarra sea definitivamente desterrada de las ceremonias litúrgicas. No debemos olvidar que la Liturgia es parte fundamental del legado que su Santidad Benedicto XVI dejó a la Iglesia del siglo XXI. Desde el Papa Francisco hasta el último acólito de la más recóndita diócesis del mundo deben sentirse llamados a continuar y hacer fructificar este legado por el que el Papa Ratzinger oró, trabajó y sufrió. “No es temerario afirmar, decía en el 2007, que en una liturgia totalmente centrada en Dios, en los ritos y en los cantos, se ve una imagen de la eternidad” (Discurso a los monjes cistercienses de la abadía de Heiligenkreuz, 9-9-2007). Es necesario mantener viva la conciencia de que solo la Iglesia puede proporcionar a una humanidad, crecientemente amenazada por la vulgaridad, la admirable trascendencia de la belleza, del bien, de la verdad; en una palabra, de Dios. Y la liturgia es la instancia más visible y tangible para que el hombre común pueda apreciar esta sublime grandeza. Mientras más se asemejen los comportamientos litúrgicos –cánticos, posturas, vestimentas, instrumentos, etc.- a los de la simple vida profana, la liturgia se vuelve tanto más inútil e inoperante para elevar los espíritus a la región de lo eterno y celestial y, por tanto, para santificar. Desde esta perspectiva se entiende bien por qué el órgano está llamado a desterrar la guitarra del templo: “El órgano, desde siempre y con razón, se considera el rey de los instrumentos musicales, porque recoge todos los sonidos de la creación y –como se ha dicho hace poco- da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación. Además, trascendiendo la esfera meramente humana, como toda música de calidad, remite a lo divino La gran variedad de los timbres del órgano, desde el piano hasta el fortísimo impetuoso, lo convierte en un instrumento superior a todos los demás. Es capaz de dar resonancia a todos los ámbitos de la existencia humana. Las múltiples posibilidades del órgano nos recuerdan, de algún modo, la inmensidad y la magnificencia de Dios” (Benedicto XVI, Discurso con ocasión de la bendición del nuevo órgano de la Alte Kapelle de Ratisbona 12.9.2006).
 
fuente: El Buho Escrutador

Imposición de sotana en EEUU

Pues ve tú a saber... Interesantes fotos de una imposición de sotana a un novicio en la Fraternidad de San Felipe Neri en Lewiston, Maine. No sé si es una organización de corte tradicional, pero se ve que si creen que el "hábito hace al monje". Cuánto diera yo por ver en este lado del mundo más "sotanudos" representando dignamente su alter christi. Oraciones por el hermano Tyler Tracy: que Dios y San Felipe Neri le den la virtud de la perseverancia.
 
 
fuente: New Liturgical Movement