jueves, 29 de mayo de 2014

Jueves de la Ascensión

¿Y qué clase de solemnidad es la presente? ¡Grande y venerada, carísimos y que sobrepasa todo sentido y entendimiento humano y es digna de la munificencia de Dios que la instituyó. Porque hoy el género humano fue reconciliado con Dios; hoy la perpetua y larguísima guerra y enemistad quedó borrada y suprimida; hoy nos volvió una paz admirable y nunca jamás esperada. Porque ¿quién podía esperar que Dios se reconciliara con el hombre? Y esto no porque Dios sea inhumano, sino porque el siervo es tardo y perezoso: ¡No porque el Señor sea cruel y duro, sino porque el siervo es contumaz e ingrato!
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Pero volvamos a lo que yo decía. De tan mala manera se portaba nuestro linaje anteriormente que estuvo en peligro de desaparecer de la tierra. Pues bien: nosotros, los que parecíamos indignos de vivir en la tierra, en este día hemos sido levantados al cielo. Los que no éramos dignos ni siquiera de mandar sobre la tierra, subimos al reino celeste allá arriba, entramos en el cielo y hemos obtenido un trono real y señorial. Y la naturaleza por culpa de la cual un querubín quedó guardando el paraíso, esa ahora se asienta sobre todos los querubines.
Mas ¿de qué manera admirable y excelsa sucedió esto? ¿De qué manera nosotros, que habíamos ofendido a una tan grande clemencia, y parecíamos indignos de vivir en la tierra, y habíamos caído de todo principado y honor aun terreno, hemos sido llevados a una tan excelsa altura? ¿Cómo se terminó esta guerra? ¿Cómo se aplacó esta ira? ¿Cómo? ¡Pues esto es lo admirable ! ¡que la paz se hizo provocándonos e invitándonos Dios, quien con todo derecho estaba irritado contra nosotros, a nosotros y no nosotros a El; nosotros los que con absoluta injusticia nos irritábamos contra El. ¡Somos embajadores de Cristo!, dice el apóstol, como si Dios exhortara por nuestro medio!
¿Qué es esto? El fue el ofendido con la injuria ¿y es El quien invita a la paz? ¡Así es la verdad! ¡como que El es Dios y por esto, como Padre benigno nos exhorta y anima! Pero observa cómo está este negocio: el Hijo es el mediador del que exhorta e invita, ¡y no es puro hombre, ni ángel, ni arcángel ni alguno de los servidores de Dios! Y ¿qué hace el Mediador? ¡Hace obra de Mediador! Porque así como cuando dos andan enemistados y no quieren ser reducidos a paz y mutua concordia, viniendo un tercero e interponiéndose, pone fin a las enemistades de ambos, así hizo Cristo. Airado estaba Dios con nosotros y nosotros estábamos apartados de El. Entonces Cristo, interponiéndose, reconcilió a ambas naturalezas.
 
San Juan Crisóstomo
Homilía sobre la Ascensión (fragmento)

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