miércoles, 23 de octubre de 2013

Novena de las Ánimas del Purgatorio Día 1

 
Esta novena se puede rezar cualquier día del año, en especial durante el mes de noviembre. Se inicia el 24 de octubre o el 2 de noviembre.

Por la señal, etc.
 
Acto de Contrición
     
Señor mío Jesucristo,  Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi vida, más que  a todas las cosas; a mí me pesa, pésame, Señor, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, tan bueno, tan santo, tan amable: pésame también porque con mis pecados h merecido las crueles penas del purgatorio, y ¡quién sabe! acaso también los eternos tormentos del infierno. Propongo ayudado de vuestra gracia, nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme, enmendar mis yerros y perseverar hasta la muerte en vuestra amistad. ¡Oh Dios mío! esta gracia os pido por el amor que tenéis a esas benditas Ánimas, por vuestros méritos y dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén
 
Oración para todos los días
 
¡Oh Padre Eterno! ¡Padre amantísimo! ¡Padre misericordiosísimo! que impelido por las entrañas de vuestra misericordia, tanto amásteis al mundo que no parásteis hasta darle a vuestro Hijo Unigénito, a fin   de que todos los que creen en Él no perezcan sino que vivan vida eterna, ¿permitiríais que sufran largo tiempo en el purgatorio esas almas queridas, hijas vuestras, y esposas de Jesucristo, quien las compró con el precio de su sangre? Tened piedad de esas afligidas prisioneras y libradlas de sus penas y tormentos. Tened asimismo piedad de mi pobre alma, librándola del cautiverio del pecado. Y si vuestra justicia no satisfecha aún, pide satisfacción por las culpas que han cometido, os ofrezco los actos de virtud que haga durante esta novena. ¡Ah! nada o muy poco valen todos ellos, es verdad; más yo os los presento en unión de los merecimientos de Jesucristo, de los dolores de su Madre Santísima, y de las virtudes heroicas de cuantas almas justas han vivido en el mundo. Compadeceos así de  los vivos como de los difuntos y concedednos a todos la gracia de gozar un día de vuestra misericordia en el cielo. Amén.
 
CONSIDERACIÓN
 
Muchas son las penas que sufren las benditas ánimas del purgatorio, pero la mayor de todas consiste en pensar que por  los pecados que cometieron en vida han sido ellas mismas la causa de sus propios sufrimientos.
¡Oh Jesús Salvador mío! yo que tantas veces he merecido el infierno, ¿cuánta pena no experimentaría ahora si me viese condenado, al pensar que yo mismo había sido la causa de mi condenación? gracias os doy por la paciencia que conmigo habéis tenido.
¡Oh Dios mío! porque sois bondad infinita, os amo sobre todas las cosas; me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido, y os prometo antes morir que volver más a ofenderos. Concededme la perseverancia; tened piedad de mí y de las almas benditas que  sufren en aquel fuego.
 Y Vos, ¡oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos.
 
Cinco Padrenuestros y Avemarías por las almas que sufren más.
 
Obsequio
 
En sufragio de las Ánimas benditas tomar la generosa resolución de asistir al novenario cada día.
 
Encomendemos ahora a Jesucristo y a su Santísima Madre todas la lamas de purgatorio en especial las de nuestros parientes, bienhechores, amigos y enemigos y sobre todo las de aquellos por quienes estamos obligados a pedir. Ofrezcamos a Dios en su favor las siguientes:
 

 
SÚPLICAS
A nuestro Señor Jesucristo, para que por los dolores de su pasión, tenga misericordia de las almas del purgatorio.
 
¡Oh dulcísimo Jesús! por el sudor de sangre que derramasteis en el Huerto de Getsemaní: tened piedad de las almas del purgatorio.
 
¡Oh dulcísimo Jesús! por los dolores de vuestra crudelísima flagelación: tened piedad de las almas del purgatorio.
 
¡Oh dulcísimo Jesús! por los dolores que padecisteis llevando hasta el Calvario la cruz a cuestas: tened piedad de las almas del purgatorio.
 
¡Oh dulcísimo Jesús! por el inmenso dolor que padecisteis al separarse vuestra alma de vuestro cuerpo: tened piedad de las almas del purgatorio.
 
Encomendémonos en fin todos a las almas del purgatorio, diciendo:
 
¡Oh, ánimas benditas! ya que por vosotras hemos rogado, vosotras que tan amadas sois del Señor, y que tenéis la certeza de no poderle ya perder, rogadle por nosotros que nos vemos todavía en peligro de condenarnos y perder a Dios para siempre.
 
V. -Dadles, Señor el descanso eterno.
R. -Y brille para ellos la luz perpetua.
V. -Descansen en paz.
R. -Amén. 
V. -Señor, escucha mi oración.
R. -Y hasta a Vos llegue mi clamor.
V. -El Señor sea con vosotros
R. -Y con tu espíritu.
 
¡Oh Dios Creador y Redentor de todos los fieles! conceded a las almas de vuestros siervos y siervas que gimen en el purgatorio, sobre todo el alma de N.N. el perdón de toda la pena temporal debida a sus pecados a fin de que, mediante los humildes ruegos que os dirigimos en su favor alcancen cuanto antes la tan deseada remisión. Os lo pedimos por Jesucristo que con Vos vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
 
V. -Descansen en paz.
R. -Amén.

Al finalizar se recitan los:
Lamentos de las benditas ánimas del purgatorio

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