Este es el editorial mensual del blog. De profundis: desde lo profundo de mi alma y pensamiento. Espero que nadie se ofenda y lo que aquí se escriba se lo tomen con filosofía y si no lo comparten, ahí queda. Bueno les va.
La semana pasada un caro amigo me soltó una pregunta a manera de reto: ¿Qué ha hecho este Papa para que los medios lo hayan puesto donde lo tienen (en la papolatría) y que hizo el otro para que lo tengan muerto y sepultado en vida? -y crucificándolo aún- aguegué yo. Bueno, la respuesta no es fácil y muchos siguen buscándola. La crisis no ha terminado pero ya se olvidó. Todo es alegría, todo es buena onda y buen rollo. Pero las almas siguen corriendo a la condenación eterna. Francisco en sus homilías ha dicho cosas bastante ortodoxas, ha hablado del amar a Cristo crucificado, de sacerdotes que sean curas y no funcionarios, de cuidarse del demonio, etc. Muy bien, muy bien, pero la práctica...
La alta sensibilidad de Benedicto le permitió descubrir la fisura en la unidad de la Iglesia, supo que una adecuada renovación litúrgica traería, poco a poco, la verdadera renovación del Cristianismo. Ver en la historia y tradición bimilenaria de la Iglesia, la solución a sus problemas. Pareciera que no tiene que ver una cosa con otra, pero resulta que los grandes santos vivieron otra liturgia, otro reinado de Cristo, sí otra sociedad...
Benedicto aseguró que la misa codificada en el concilio de Trento nunca había sido abrogada (como si eso se pudiera), restauró el uso de la casulla romana, la correcta traducción del Pro multis, el uso del fanón, la férula de Pio IX, la disposición del crucifijo en el centro del altar rodeado de tres candeleros a cada lado, impulsó el uso del latín (aún lengua oficial del cristianismo), canto gregoriano, etc. Claro no lo hizo desde el primer día. Fue un cambio paulatino, casi como para que lo asimiláramos sin darnos cuenta.
Francisco hace todo lo contrario, no canta, no dice las misas en latín ( la mayoría las hace en italiano) le gusta hacerse llamar obispo de Roma y no Papa, usa el adefesio de férula de Paulo VI (es horrible) no sigue las rúbricas estrictamente, es austero (lo cual es bueno, pero no confundir con humildad)...
En fin, talvez sólo tiene mal gusto...
La respuesta a la pregunta que inició este editorial no la tengo yo, y no quiero ponerme a pensar porque el abanico de posibilidades es enorme. Todos hacen leña del árbol caído, pero a los verdaderos católicos sólo nos queda abrazarnos a Cristo y su mensaje, a la historia y tradición de Su Iglesia, vivir los sacramentos, rezar, hacer obras de misecordia espirituales y corporales y ver en el Vicario de Cristo al hombre que guía la barca, pero una barca que no es suya y que como todos, también tendrá que rendir cuentas de los talentos que se le dieron.
Hasta el próximo De profundis.
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