miércoles, 30 de julio de 2014

San Ignacio de Loyola, campeón de la contrarreforma

¡Cómo quisiera que un nuevo Iñigo, comandante del otrora ejército del Papa, apareciera para luchar contra los enemigos de la fe!

 
Alma de Cristo, santifícame.                             Anima Christi, santifíca me
Cuerpo de Cristo, sálvame.                               Corpus Christi, salva me
Sangre de Cristo, embriágame.                         Sanguis Christi, inébria me
Agua del costado de Cristo, lávame.                  Aqua láteris Christi, lava me
Pasión de Cristo, confórtame.                           Pássio Christi, confórta me 
¡Oh, mi buen Jesús, óyeme.                             O bone Jesu, exáudi me
Dentro de tus llagas, escóndeme.                     Intra tua vúlnera, abscónde me
No permitas que me aparte de Ti.                      Ne permíttas me sepári a te  
Del enemigo malo, defiéndeme.                         Ad hoste malígno, defénde me
En la hora de mi muerte, llámame.                     In hora mortis, meæ voca me
Y mándame ir a Ti.                                           Et jube me veníre ad te
Para que con tus santos te alabe.                     Ut cum Sanctis tuis laudem te
Por los siglos de los siglos. Amén                     In sæcula sæculórum. Amen
 

Deus, qui ad majórem tui
nóminis glóriam propagándam,
novo per beátum
Ignátium subsídio militántem
Ecclésiam roborásti: concéde;
ut, ejus auxílio et imitatióne
certántes in terris, coronári cum
ipso mereámur in coelis.
Per Dóminum.
 
Oratio colecta, missa S. Ignatii Confessoris
 

martes, 29 de julio de 2014

10 contra 10

Por supuesto que antes que nada están los 10 mandamientos de Dios revelados a Moisés, pero como en esta época estamos dados a mostrar los 10 de todo, presento los 10 consejos de P Francisco para ser feliz, y más abajo los 10 consejos de PE Benedicto  XVI dados a la juventud en una JMJ en 2009. Cada quien saque sus propias conclusiones yo sólo doy la información.
 
“1- Viví y dejá vivir.
 “Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: ”Anda adelante y deja que la gente vaya adelante”. Viví y dejá vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad”.
 
2- Darse a los demás.
 “Si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe”.
 
3- Moverse remansadamente.
“En Don Segundo Sombra hay una cosa muy linda, de alguien que relee su vida. El protagonista. Dice que de joven era un arroyo pedregoso que se llevaba por delante todo; que de adulto era un río que andaba adelante y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente remansado. Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Güiraldes, ese último adjetivo, remansado. La capacidad de moverse con benevolencia y humildad, el remanso de la vida. Los ancianos tienen esa sabiduría, son la memoria de su pueblo. Y un pueblo que no cuida a su ancianos no tiene futuro”.
 
4- Jugar con los chicos.
 “El consumismo nos lleva a esa ansiedad de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: “¿Cuántos hijos tenés? ¿Jugás con tus hijos?” Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es clave, es una cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando los hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo”.
 
5- Compartir los domingos con la familia.
 “El otro día, en Campobasso, fui a una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero, todos reclamaban el domingo no laborable. El domingo es para la familia”.
 
6- Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo.
“Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato científico, que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados. No alcanza con darles de comer: hay que inventarles cursos de un año de plomero, electricista, costurero. La dignidad te la da llevar el pan a casa”.
 
7. Cuidar la naturaleza.
 “Hay que cuidar la creación y no lo estamos haciendo. Es uno de los desafíos más grandes que tenemos”.
 
8. Olvidarse rápido de lo negativo.
 “La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano”.
 
9. Respetar al que piensa distinto.
 “Podemos inquietar al otro desde el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: ”Yo dialogo contigo para convencerte”, no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece por atracción, no por proselitismo”.
 
10. Buscar activamente la paz.
“Estamos viviendo en una época de mucha guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa”.
 
 
 
 
1) Dialogar con Dios
«Alguno de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el Carmelo de Colonia: «Había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar». Durante estos días podréis recobrar la experiencia vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos ama y al que, a la vez, queremos amar».
 
2) Contarle las penas y alegrías
«Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el «derecho a hablaros» durante estos días. Abrid las puertas de vuestra ibertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón.
 
3) No desconfiar de Cristo
«Queridos jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad.
Decid, con María, vuestro «sí» al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito hoy lo que dije al principio de mi pontificado: «Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera».
Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo».
 
4) Estar alegres: querer ser santos
«Más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel «alto grado» de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad.
Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (...). La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro entorno».
 
5) Dios: tema de conversación con los amigos
«Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás».
 
6) El domingo, ir a Misa
No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de ella emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos aprender a amarla. Comprometámonos a ello, ¡vale la pena!
Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida.
 
7) Demostrar que Dios no es triste
Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no.
 
8) Conocer la fe
Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él. Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura.
 
9) Ayudar: ser útil
Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos.
 
10) Leer la Biblia
El secreto para tener un «corazón que entienda» es formarse un corazón capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto: «El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo».

En resumen...

Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo - aun sin saberlo - espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados.
 
fuente: iglesia.org tradiciondigital.es

lunes, 28 de julio de 2014

"En la iglesia no deben gritar, no deben aplaudir, ni deben saludar aunque sea el papa" Juan XXIII dixit.

Video publicado por New Liturgical Movement
Juan XXIII visita a unos fieles en Ostia, Italia y con su forma de ser simple, espontánea y natural les recuerda que el templo de Dios es su casa y no se debe gritar, ni aplaudir ni saludar aunque el que llega sea el Papa. O temporas o mores!
 
 

jueves, 24 de julio de 2014

25 de julio: Santiago Apóstol, fiesta de la Arquidiócesis de Guatemala

 
Gran Apóstol Santiago, familiar cercano de nuestro Señor y aún más cercano a Él por lazos espirituales! Al ser llamado por Él entre los primeros discípulos y ser favorecido con Su especial intimidad, tu respondiste con gran generosidad, dejándolo todo para seguirle a la primera llamada. También tuviste el privilegio de ser el primero de los Apóstoles en morir por Él, sellando tu predicación con tu sangre.
            “Atronador en el entusiasmo en la tierra desde el cielo, te has mostrado defensor de Su Iglesia una y otra vez, apareciendo en el campo de batalla de los Cristianos para derrotar y dispersar a los enemigos de la Cruz, y llevar a los descorazonados Creyentes a la Victoria. Fuerza de los Cristianos, refugio seguro de aquellos que te suplican con confianza, oh, protégenos ahora en los peligros que nos rodean.
             Que por tu intercesión, nuestro Señor nos conceda Su Santo Amor, filial temor, justicia, paz y la victoria sobre nuestros adversarios, tanto visibles como invisibles, y sobre todo, que un día nos conceda la felicidad de verlo y tenerlo con nosotros en el cielo, en tu compañía y la de los ángeles y santos para siempre. Amén.

Yo también soy nazareno


martes, 22 de julio de 2014

Litaniae lauretanae 8


La imagen central de madre e Hijo está rodeada por una multitud de Ángeles. La leyenda alrededor de los Ángeles está parafraseando a Daniel 7:10: "miles de miles le servían y miríadas sobre miríadas lo asistían". Se muestran 7 arcángeles, siendo fácil de reconocer a Gabriel con su ramo de lirios, en la escena de la Anunciación, María en un reclinatorio con un libro; Miguel con armadura caballeresca y Rafael con traje de peregrino.Los otros ángeles pueden ser Uriel, Jehudiel, Barachiel, y Saltiel. Dos más sostienen una corona para el Niño y otro más presenta una corona a María. La impresión general que transmiten es de  fuerza y esplendor, pero a pesar de sus ropajes y posturas impresionantes, se inclinan humildemente ante la madre y el niño, haciendo realidad el mensaje del lema:
 "Reina sobre nosotros (Gideon) y tu hijo..." (Jueces 8:22).

El retrato de María, aquí representado como una reina en un típico estilo barroco, está rodeado de dos cuernos de la abundancia; desbordan coronas y cetros de un lado, y emblemas eclesiásticos y un crucifijo del otro. Estos símbolos dispersos de autoridad se contrastan con el cetro y la corona de María que son inquebrantables y poderosos.
Se representan dos grupos de patriarcas a los pies de María. A la derecha, los patriarcas del antiguo testamento: Moisés y las tablas de la ley, Abraham, Jacob y Isaac con el haz de leña para el sacrificio, así como otras figuras del antiguo testamento. El grupo de la izquierda representa a algunos de los importantes fundadores de órdenes religiosas, en particular San Ignacio (vestido con indumentaria litúrgica, marcada por el monograma de Jesús), San Francisco (con hábito franciscano mostrando sus manos estigmatizadas), posiblemente también dos figuras que representan las tradiciones dominica y agustina. San Benito, patriarca de la vida monástica en Occidente, está sentado y sostiene un cáliz, su atributo más popular.

La gran figura de esta ilustración es David, coronada su cabeza y un arpa en su mano derecha. Con su mano izquierda está a punto de coronar la cabeza de María bajo la mirada divina y eterna. David pronuncia estas palabras del Apocalipsis: "El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía" (19:10). En el retrato de María como la humilde sierva parece estar la verdadera razón para ser denominada  Reina de los profetas, pues de su boca vienen las palabras del Magnificat: "Ha auxiliado a Israel su siervo" (Lucas 1:54).
La mitad inferior del grabado cuenta con varias figuras proféticas, entre ellos en el primer plano Jerónimo con el león, y lo que parece ser la figura de una sibila, posiblemente la famosa Sibila Tiburtina (profetisa del emperador Augusto). El fondo representa al profeta Ezequiel de pie en el valle de los muertos y profetizando la resurrección de la carne (capítulo 37). La ilustración está coronada con el elogio de la profecía de 1 Corintios 14:5:
 "Quien profetiza es mayor que uno que habla en lenguas".

Mary domina en el cielo sobre el grupo de los apóstoles que se reunieron en el cenáculo. Su postura y su figura son las de la Inmaculada. Sus brazos extendidos sugieren su intercesión y mediación. Las estrellas y los rayos de luz, así como la rueda del tiempo, marcada por los signos del Zodíaco alrededor, apuntan a la figura de la mujer vestida de sol (Apocalipsis 12:1). La corona que ostentaba el angelito confirma su título como reina de los apóstoles. Mientras tanto las lenguas de fuego, celo y luz, símbolos del Espíritu Santo (Paloma) están descendiendo sobre los apóstoles. Toda la escena, que ensancha la plenitud de la gracia de María, es una reminiscencia de Hechos 1:14,
 "ellos perseveraron en la oración, María, la madre de Jesús, en medio de ellos."
 

El tema central es la escena de la piedad: María, reina de los mártires ofrece a su Hijo, modelo y epítome del martirio en el mundo. Detrás de ella, se yergue la Cruz victoriosa. Al pie de la roca, que señala de que la pasión y muerte de Cristo es el fundamento de la Iglesia, un grupo de Santos Mártires están reunidos en alabanza del sacrificio de Cristo. Se distingue a San Jorge y el dragón, San Lorenzo con la parrilla y Santo Thomas Becket, cuya cabeza está atravesada por una espada. A la derecha de la roca, vemos la figura de San Jerónimo, flanqueado por el león de rodillas. Vivió como un león en el desierto (ascetismo) y peleó como un León para Cristo. Por lo tanto, dio su corazón a su Señor y Salvador (plato con corazón y monograma Cristo) que representa el martirio incruento.
Nuestra Señora recibe la corona del martirio de la mano de San Bernardo. El corazón atravesado con una espada se refiere a su famosa expresión: "O beata mater, animarum gladius pertransivit. Alioquin nonnisi eam pertransiens, carnem filii tui penetraret"(en Dom. Oct. Ass., 14), abreviado aquí como "Tuam ipsius animam." El alma de María recibe la lanza que ya no podría tocar a su hijo. El lema destaca martirio espiritual de María parafraseando a Apocalipsis 17:6,
"su ropa es de color púrpura de la sangre de los Santos y la sangre de los testigos de Jesús".
 
La figura de María, sosteniendo el cetro y coronada como una reina, está sentada en un trono de nubes sostenido por dos angelitos y rodeado de suntuosos drapeados.
A sus pies están arrodilladoss varios obispos y un rey, viendo hacia arriba con admiración o hacia abajo con temor y reverencia. Dos figuras llaman especialmente la atención. Uno de ellos parece ser Santo Domingo,  vestido con el hábito de los dominicos, ofreciendo una corona o guirnalda de rosas. La otra figura, con atuendo simple y monacal, podría ser San Francisco.
La representación está inspirada en el Apocalipsis 4:10,
"Cayeron ante el que estaba en el trono y arrojaron sus coronas".

María está adornada como una virgen. Tiene un lirio en las manos representando su pureza. Una guirnalda de flores corona su cabeza. Su cabello está suelto y fluye libremente por sus hombros, un ícono típico de la mujer joven y soltera en el arte mariano.
Una corona de flores e innumerables vírgenes rodean la imagen de María. La representación entera está dominada por la figura del Cordero victorioso (con el pendón de cruz) que venció a la muerte dando su vida. La Virgen María y todas las otras vírgenes están siguiendo al cordero como el Apocalipsis nos recuerda,
"Son vírgenes y éstos son los que siguen al cordero dondequiera que va" (Apocalipsis 14:4).

 
María es como la luna entre las estrellas menores ("Velut inter stellas luna  minores"), lo que significa  que es la más grande entre todos los Santos. Esta idea se refuerza con otra inscripción, "Super eminet omnes." María supera a todos los otros santos en perfección.
La figura de María está vestida con ropajes dignos de una reina. Está rodeada de Santos que le ofrecen sus coronas como un gesto de reverencia. Se distinguen: Noé, Pedro, Lorenzo, Inés, David y un sexto sin atributo específico. Incontables otros santos están reunidos alrededor de un ángel que ofrece a  María una corona imperial colocada sobre un cojín.
La santidad preeminente de María se refuerza con el lema,
 "el Monte de la casa del Señor se colocará en lo más alto de las montañas" (Miqueas 4:1).